Cuarta parte: volver.

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Ahí estaba nuevamente, parada frente a esa puerta que sabía no deberá cruzar nunca más pero que era como atrayente, casi hipnótica.

Golpeé dos veces la puerta de madera y al segundo ya se encontraba su alta figura obstruyendo el paso, me invitó a pasar así lo hice. Observé a mi alrededor, todo pulcramente pintado de blanco con grandes muebles de madera. Los padres de James tenían un buen pasar económico, según lo que me había dicho Julia hace un tiempo aunque no quise indagar más, obviamente de esas cosas no hablábamos con él, de hecho nosotros no hablábamos, no confiaba en mí solo tenía un propósito conmigo... y creo que todos lo sabemos muy bien.

- Gracias por venir. Puedes tomar asiento. –así lo hice, no tenía voluntad propia, yo era enteramente de él, él lo sabía y se aprovechaba. – No quise decir lo que dije, cariño. No era mi intención, me pongo algo maniático cuando algo amenaza mi relación ¿Lo sabes, no?

- Sí, lo sé. –dije despacio, mirando mis zapatos, realmente lo sabía y lo entendía. Él ama a Julianne y no quiere perderla, cada vez que está conmigo pone en peligro eso que tanto ama lo cual lo hace poner de mal humor y lo pago yo, porque gran cantidad de esta situación, es mi culpa.

- Me gusta estar contigo y amo la relación con ella, ¿Por qué debería sacrificar una de las dos partes?

- Deberías... -Dije bajito- no lastimarnos, si Julianne se enteraría de lo que pasa le haría mucho mal y realmente conmigo a veces, eres algo cruel.

- Mira Lucy, yo no soy cruel. Tu te metiste donde sabías que no deberías, tu querías esto. Responsabilízate a ti misma por correr detrás de los intereses de tu amiga, por envidiar cada cosa que ella tiene. Yo solo me amoldé a tus deseos, soy una pieza más de tu juego.

- ¡No puedo creerlo! –Alcé solo un poco mi voz y lo miré fijo, esto me hacía poner triste además de la rabia que me generaba.- ¡Tu buscaste esto todo el tiempo! Yo solo te amaba en silencio, con el dolor de saber que jamás podría tenerte y tú aparecías dándome esperanzas, ¡Me besaste por primera vez! Dijiste que estaba mal y volvías. Porque te gusta jugar conmigo, sabes que me tienes a tu entera disposición que podría hacer cualquier cosa por un simple cumplido de parte tuya, me buscas y me lastimas. Te diviertes y te retiras. Estoy cansada de dar vueltas siempre en la misma dirección, esperando que llames para poder volver a respirar, volver a sentirme entera. No necesitaba esto en mi vida, sabes todo lo que pase... - y me besó, como siempre hacía cuando yo desprendía mis débiles alas para poder decirle lo que sentía, él tenía la solución mágica.

Me llevó a su habitación, terminamos enroscados en las sábanas, como siempre. Como cada vez que intentaba alejarse de mi o como cada vez que yo intentaba dejar las cosas en claro.

- No dejes que tu niñez te siga definiendo, Lucy. –Me dijo mirándome a la cara y acariciando lentamente el costado de mis costillas.- Sé que no fue fácil. Pero puedes hacerlo mejor que esto.

Cuando naces en una casa disfuncional, con una madre golpeadora y un padre ausente es difícil tener un poco de amor propio. Siempre fui una cosa para mi madre; basura. Tan simple como eso, sus únicos comentarios eran sobre las cosas que hacía mal, a su parecer todo. Nunca era buena, siempre las otras niñas podían ser mejores y sufría con cada golpe. Pero llegó un día en el que todo cambió, toda persona podría definirlo como el peor día de mi vida... yo no lo consideraba así. Habían entrado a robar a mi casa, mi madre fue brutalmente asesinada, con detalles que prefiero no recordar. Los asistentes sociales no supieron de mi existencia hasta tres días después de la muerte de mi madre, la cual yo permanecí debajo de una mesa, tan solo... Esperando.

Me encontraron y me llevaron donde mi nueva familia, ahí si me trataban como lo que era, una niña de siete años. Julianne era la única que me hablaba, además de ser mi vecina e hija de la mejor amiga de mi nueva madre, ya que cuando empecé la primaria los niños me veían como una rara niña que no hablaba demasiado y que tenía complejo de inferioridad. Mi madre del corazón, siempre se ocupó de darme todo el amor que necesitaba y nunca me faltó nada, al igual que mi padre del corazón. Ambos eran mis héroes, mis salvadores, mis angeles. Pero nunca podré superar todo lo que me hizo mal... Quizás y solo quizás, mi castigo de esta vida es buscar hacerme mal en todos los aspectos, autodestruirme.

- A veces es tan difícil que algo que te lastima no te defina. Siento que no tengo escapatoria de mi pasado y tú no ayudas, pero quiero alejarme pero no puedo. Sé que me lástima, pero necesito seguir estando a tu lado, aunque lo único que puedas ofrecerme son estos momentos. No me quiero alejar.

- No lo hagas. –Dijo y me besó. Un beso lleno de dolor, de decepción pero que sabía de maravillas.



La otra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora