Después de mucho tiempo, por fin he podido actualizar esta novela. Espero que disfrutéis del capítulo y gracias a todas aquellas personas que siempre estáis ahí. Valéis oro.
Muchos besos!
Ethan Parton
Quería quedarme en casa de Adele y disfrutar de ella y Neyzan. Pero no puedo eludir mis responsabilidades por más que quiera. También pienso que su hermano tiene cosas que hablar con ella y yo sobro en esa conversación.
Aparco el coche delante de la joyería, me sorprende que esté cerrada. Entro en el despacho y veo el escritorio inundado de papeles. Nolan está volviéndose loco y la situación es divertida.
-¿Qué ocurre? -pregunto divertido, mientras me quito la chaqueta.
-Alguien nos está intentando joder. Ha venido la policía porque nos han acusado de robo y tráfico de joyas -la sonrisa se borra de mi rostro.
-Dame un nombre -me siento en el sillón tomando algunas carpetas.
-Devon Crowell -lanzo la carpeta contra la pared. La sangre bulle en mi interior.
-Ese cabrón, cuando le pille le mataré.
-Pensaremos en eso luego. Tenemos que presentar todos los documentos antes de esta noche o estamos jodidos.
Dejo de lado mi cabreo y empiezo a ayudar a Nolan, esto es urgente pero, él morirá en mis manos sin lugar a dudas.
Después de muchas horas, conseguimos juntar todos los documentos que necesitamos. Nolan y yo nos miramos con cierto alivio, aunque todavía no me he olvidado de Crowell. Me las va a pagar, de eso no tengo la menor duda.
-¿Ya está todo? -pregunto levantándome de la silla. Estoy harto de estar aquí encerrado.
-Sí, falta una cosa que tienes tú -le miro sin saber a qué se refiere. Pero señala el primer cajón de mi escritorio, ese que nadie sabe que es mi caja fuerte. Lo abro y veo la pequeña bolsa de piel que contiene diminutas piedras de topacio. Sonrío al recordar el motivo por el que Nolan me trajo esto de Londres.
-Los papeles de este topacio están en la carpeta que tienes en las manos. Voy a salir a tomar aire, si me necesitas llámame -Nolan asiente. Ambos nos sonreímos, esto no ha podido con nosotros.
Arranco el coche y me voy a casa. Entro y una sensación de vacío y soledad me invade. Esto jamás me había pasado, hasta que conocí a Adele. Mis pensamientos vuelan de nuevo hacia esa mujer que me tiene loco y enamorado. Es entonces cuando me doy cuenta que esta casa en la que he vivido desde hace tantos años, ha dejado de ser mi hogar. Porque no están aquí las dos personas que ahora son mi familia. Es una suerte que mi tía Cora no me haya escuchado pensar eso, le haría daño.
Me quito el traje y me pongo la ropa de correr. Hace días que no salgo y necesito tomar aire fresco. Hacer deporte siempre consigue calmar nuestra mente y darnos una visión más clara sobre todo lo que nos rodea. Lo que en un principio parecían problemas difíciles de resolver o decisiones complicadas, se tornan menos grandes después de cansar al cuerpo.
Vuelvo a hacer el mismo recorrido por el parque, aquél que hice la primera vez que vi a mi diosa. Recuerdo su rostro concentrado y al mismo tiempo sereno. Los rayos de sol iluminaban sus ojos azules y el cielo se quedaba pequeño en comparación con estos. Desde hace días, una idea está rondándome por la cabeza. Cada vez la tengo más clara, pero estoy indeciso. No por miedo, sino por si consigo asustarla. Eso es lo último que quiero, sé que ella es la mujer con la que quiero envejecer. Ella es mi familia, mi refugio, mi hogar. Mi mundo entero. Siento que si la pierdo no seré capaz de sobrevivir porque una parte de mí morirá. Muevo la cabeza y acelero la velocidad, intentando dejar así en silencio a mi mente.
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Letras de topacio azul
RomanceAdele Davis, una escritora londinense llena de sueños y esperanzas. Con una vida perfecta, una boda a la vuelta de la esquina y un futuro muy prometedor; que irán a pique después de ver como su mundo se desmorona y no puede hacer nada por impedir...