Capítulo 8

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Lo primero de todo, pedir perdón por esta ausencia. Quería haber subido este capítulo días después de subir el séptimo pero este no tuvo la repercusión que esperaba y los comentarios y votos fueron escaseando y esto ocasionó que me olvidara de subir el siguiente y lo dejara pasar. Vuestros comentarios recientemente y el número de visitas han hecho que me decida a subir el siguiente capítulo. Espero no demorarme tanto en subir el siguiente capítulo que para mí, será uno de los mejores hasta la fecha. Gracias por seguir leyéndome y espero que os guste. Hacédmelo saber.

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Nunca había llegado a tal extremo de quedarme inmóvil, paralizado por el miedo y la ansiedad. Era como un gran bloque de hielo. El corazón me iba a mil por hora y creo que de haber tenido problemas de corazón, allí mismo hubiera terminado todo esto.

Él avanzaba y caminaba con normalidad hasta llegar a mi cama. Tapó mi boca con su dedo índice y señalando con el otro a mi madre. Sabía que me tenía allí y que yo no iba a hacer nada. Si quisiera terminar lo que empezó en mi casa, ocurriría y nadie se enteraría.

No era consciente de por qué estaba petrificado y no podía hacer nada para evitar que ese monstruo estuviera delante de mí como si nada.

Mete la mano en su oscura gabardina y saca una especie de pequeño aparato mientras mi corazón si cabe, latía cada vez más fuerte. Coge bruscamente mi mano e introduce mi dedo en ese aparato que en unos segundos se ilumina con una luz verde como si de una prueba médica más se tratara.

Él sonríe y guarda el aparato mientras no quita la vista de mis ojos. Levanta la mano dirigiéndola a mi cara cuanto entonces sucede. De la misma manera en la cual me quedé inmóvil, volví a recuperar el control de mi cuerpo. No sé lo que lo volvió a activar, quizás la idea de tener dos salidas, quedarme allí y ver qué pasaba o despertar, me habría ayudado. Entonces grité y grité como si fuera lo único que podía hacer. Cogí una aguja de la mesita que habían traído por la tarde para cambiarme la vía pero se había quedado allí. La aguja atraviesa el plástico que la envuelve y después su brazo en un movimiento tan rápido que hasta a mí me ha dolido golpear con tanta fuerza su brazo. Sabía que una aguja clavada no iba a hacer mucho pero, ¿Qué otra cosa podía hacer aparte de gritar?

Entonces todo pasa más rápido aún. El monstruo situado a escasos centímetros de mi abre el aparato y de un estirón saca mi dedo. Siento como casi se lleva mi dedo con él. Con el aparato en la mano, me mira a los ojos, una mirada tan profunda y penetrante que despierta un tremendo terror en mí. En cuestión de segundos, mis gritos incesantes hacen que mi madre despierte de un bote y corra las cortinas que separan su sillón de mi cama. Pero entonces era demasiado tarde, no sé si llegó a verlo marchar pero lo ha tenido que oír correr. El ruido de sus botas corriendo a través de la habitación lo tenían que haber delatado.

Mi madre se acerca a mí de un sobresalto.

- ¡¿Chuck, que pasa?! ¡Chuck! – grita mi madre pegándome tan bote en la cama que hace que esta cruja de una manera descomunal.

- ¡Mamá, estaba aquí, el hombre que mató a Owen! ¡Él es el culpable de su muerte! ¡Fue él quien casi consigue matarme en nuestra casa! – Todas estas declaraciones salen de mí como si no fuera yo quien las pronunciara.

El terror que tenía en ese momento, la angustia de guardarme todo esto junto con otras emociones han ocasionado que suelte todo esto entre lágrimas y jadeos.

- ¿Qué hombre? ¿Qué me estás queriendo decir Chuck? – Me agarra de la muñeca y su mirada hace que me estremezca.

- Mamá, no he contado la verdad. No puedo seguir con esto, él volverá para matarme. – Agarro su muñeca también y si pudiera verme la cara, seguro que sería la cara más sincera y desgarradora que una persona puede poner.

Noches de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora