14. Sello roto

91 4 2
                                    

Como habían concordado con Shirota, Yeming y Liux salieron del hogar, con las manos entrelazadas. Yeming no pudo evitar sonreír tontamente como nunca había hecho en su vida.  Tras tantos años estando sola, era la primera vez que se sentía muy feliz, dejando a un lado su primer encuentro con Liux y Dyan cuando eran unos simples niños. Fue cuando recordó que Keyla ocultaba algo, algo que no quería mostrar. Un secreto muy profundo, o eso creía Yeming. Aunque sinceramente, ella no tenía ganas de pensar en eso y era normal, acababa de entrar en el huracán del amor. Liux quien tenía una sonrisa entre los labios, se volteó para mirarla.

-Me comerás con la mirada, bueno, en realidad ya lo estás haciendo. -Soltó una risa al ver como Yeming se sonrojaba. -No quiero que te tapes más, me gusta verte así. -Acercó su mano a los cabellos rojos de la muchacha, acercó sus labios al de la muchacha y la besó, mientras que se acercaba más a ella, colocando su mano sobre la cadera de ella.

-Cuando...Se acabe todo esto...-lo miró con timidez.- Me gustaría probar...Las citas... -ocultó su rostro en el pecho de Liux.

-Claro que sí, faltaría más. Sería un placer para mi. -La abrazó, Liux sentía que el corazón iba a salir de su pecho al igual que Yeming.- Me habría gustado recordarte aun de cuando eramos pequeños. De seguro que eras adorable. -Soltó una carcajada y la besó nuevamente.

-Si sigues diciendo esas cosas me avergonzaré. -lo miró a los ojos.

Yeming y Liux se pararon a unos metros lejos de la casa. Elimona los observaba desde la ventana, mostrando una sonrisa. Dyan se sentó frente a Yukyone, Shirota en cambio fue a por un poco de té. El padre de Dyan observaba a su mujer, se acercó a ella y comenzó a susurrarle cosas. 

-Hacía tanto que no te abrazaba. - besó el cuello de Elimona.

-Te estás poniendo muy meloso mi amor.-se giró y lo miró.- Nos estamos haciendo mayores .-Acarició la mejilla de su marido y tras eso colocó sus manos sobre los hombros de éste.

-No creo que seamos los únicos que acabe esto. -miró con el rabillo del ojo a Dyan quien seguía mirando fijamente a Yukyone. Hasta que el silencio cesó cuando Dyan decidió hablar.

-Entonces, tu eres mi sello...

-Todo este silencio para que me digas eso. -Yukyone lo miró fijamente y comenzó a reírse. -No has cambiado Dyan. Cabezota...-Shirota dejó sobre la mesa una tetera y unas tazas para el té. Yukyone se acercó a la mesa y cogió una taza , vertiendo en ella el té verde. -Recuerdo que de pequeño solías soltar... "Ya lo verás cuando sea adulto obtendré mis poderes" y siempre practicabas con la espada. Eras muy gracioso y cabezota como he dicho antes. Y ahora quiero preguntarte algo sencillo. ¿Quieres recuperar tus poderes?-Comenzó a beber el té.

-Creo que no tengo otra opción.-Yukyone miró perpleja a Dyan. 

-No me esperaba esa respuesta.- Dyan lo miró perplejo.

-Tu lo has dicho, soy cabezota y por otra parte, creo que no debería perderme esta oportunidad. -Dijo avergonzado.

-Entonces no hay que perder el tiempo. -Dio los últimos tragos al té.- Shirota, cogeremos la habitación.

-Haced lo que os de la gana. -Rechistó.

Yukyone se acercó a Dyan, quien se levantó. Yukyone le cogió de la mano y le arrastró hacia las escaleras y tras ello llegar a la puerta de la habitación cual se abrió solamente.

-Verás, ambos somos principiantes así intentaré hacer lo mejor posible. -Susurró Yukyone. 

-Yo en cambio, intentaré no hacerte mucho daño. 

La libertad de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora