11.Salvación

204 9 2
                                    

Milagrosamente, Yeming y Liux conseguían esquivar a la gente que se encontraban por las calles, estaban en una ciudad que ni siquiera Liux sabía de su paradero. Observaba los grotescos edificios que se alzaban con impotencia, unos más grandes y nuevos que otros. La multitud abrumaba con tan solo verla, había tanta que era casi imposible pasar entre ellas. Liux iba agarrado de la mano de Yeming quien se aferraba para que éste no se perdiera.

-¿Dónde estamos?  -dudativo le preguntó a Yeming que tras unos segundos le respondió.

-Washington DC -los ojos de Liux se  pusieron como platos, él siempre quiso ir a América pero nunca pensó que fuese de esta manera, secuestrado.

-¿Me estas diciendo que he pasado a otro continente? -se apegó a Yeming ya que alguien le empujó.- Para que lo sepas, mi inglés es regular.

-No te preocupes aquí no vas a ponerte a hablar.-Por su tono de voz se podía deducir que estaba sonriendo.- Por ahora calladito.

Con habilidad atravesó un gran tumulto de personas que se abalanzaban como una estampida de ñus. Yeming no soltaba a Liux, era como si su vida dependiese de ello, jalaba de vez en cuando al muchacho y finalmente se pararon cerca de una zona de chalets cuales eran colosales a diferencia de su lugar procediente. Entraron en una menos destacada que las demás, con las paredes algo desgastadas por la pintura que caía a trozos. Al igual que las paredes, estaba la puerta, bastante desgastada, Yeming abrió la puerta y esta produjo un chirrido, se notaba que era vieja. El recinto principal era enorme y con pocos muebles, simplemente una mesa circular que sostenía un cuenco de agua y junto a el cuenco, unos botecitos. Liux se soltó de la mano de Yeming y miró los alrededores con expectación, sus manos traviesas se acercaron a la mesa pero algo hizo que sobresaltara. Del agua sumergió una cabeza de una mujer bastante mayor, los cabellos blancos y decaídos, la piel arrugada y los ojos vacíos como dos pozos negros. Ascendió y de el material salió su cuerpo entero, al igual que su cara, su cuerpo era arrugado cual se podía ver perfectamente sus huesos ya que la mujer era muy delgada. Salió campante, bajando de la mesa, Liux dio un paso hacia atrás temiéndose lo peor.

-Hola querida. - su mirada se centró em Yeming.

-Hola Babá -Yeming inclinó su cuerpo haciendo noventa grados.

-¿Qué te trae por aquí? 

-Quería que me hicieses un favor.

-Hmmm ¿qué clase de favor? - sus pies desnudos, pisaron el suelo de madera o eso parecía.

-Uno sencillo. -Yeming dio un paso al frente cogiendo a Liux de la mano.- Quiero buscar una persona que está relacionado con él y que nos lleves con esa persona.

-¿Como te llamas muchacho?-la mujer estaba frente a él, pasó uno de sus dedos huesos y alargados en el cuello de éste de manera ascendente hasta la mejilla.

-Liux -Balbuceó con temor.

-Con que Liux.-Dio la espalda. - Jovencita, ¿qué me darás a cambio?

-¿Qué es lo que quieres?

-Unos ingredientes.

-Pero no tenemos tiempo.-exclamó con una mano extendida.

-Sin ingredientes no hay trato.-Yeming se mordió el labio inferior.-

- ¿Qué ingredientes quieres?

-Uno muy sencillo, el diente de un demonio.

-¿De cualquiera? -su mirada era seria.

-Claro que no. -la anciana comenzó a reírse. - ¿Creías que era sencillo? Es sencillo, el diente de uno de los ancianos de tú familia.-suspiró.

La libertad de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora