8. El ataque

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Aquella mantrícora había sido totalmente paralizada gracias a la ayuda de la gran Quimera, aquella criatura intentaba resistirse, intentó mover su cola que inutilemte pudo moverse. Les miraba de manera desafiante intentando gruñir pero al final la criatura desapareció como si fuese un mero humo. Kitsune y Hebi se separaron algo alterados, todos los presentes se quedaron en silencio. El silencio se cortó por el comentario del padre de Dyan.

-Ha escapado para avisar a su amo. -la expresión que tenía en la cara era de preocupación, y no una pequeña,  es más,  parecía algo furioso,  quizás era porque habían irrumpido en el encuentro con su hijo y su mujer. -  tenemos que irnos,  volverán en cualquier momento

-¿Vienen a por nuestro pequeño verdad?  - esta vez fue quien la madre habló,  Dyan no pudo evitar sonrojarse u poco ya que no estaba acostumbrado a que se refiriesen a el como mi pequeño,  le parecía muy infantil y bochornoso a la vez- 

-Cierto - el padre afirmó con la cabeza- E intentarán matarlo como aquella vez.

Dyan no tenía ni idea de lo que estaban hablando,  no recordaba todo sobre su infancia, quizás algunas pero no todas.  Por mucho empeño que pusiese al intentar buscar una verdad,  éste no lo encontraba porque veía su historia como un sueño.

-¿De qué habláis?  - preguntó Dyan sin esmero -

-Una parte de tu historia pero hice un sello para que lo olvidases porque el miedo te había ganado. - Dyan ladeó la cabeza algo confuso -

-Quitamelo papá - se llevó la mano al pecho sintiendo el latir de su corazón -  Ya no soy aquel niño,  puedo superarlo o eso creo.

-Ahora mismo debemos salir de aquí - intervino la madre ya que el padre de Dyan parecía algo atónito,  tan grande se había hecho su niño que casi no lo reconocía - 

-Deberíamos hacer caso de tu madre. Así que echando leches para salir de aquí lo más rápido y seguro posible. - el hombre extendió la mano y abrió un portal de camino hacia un lugar desconocido. Dyan captó la imagen del lugar,  dentro de él mismo se juraba haber visitado aquel sitio, tuvo ese presentimiento que a la vez le acompañaba la nostalgia. La primera en pasar al portal fue la madre, el padre esperaba a que su hijo entrará pero al estar tan atontado le sujetó como a un crío, con velocidad se lanzó seguido por Quimera y tras hacerlo la tienda explotó. Las ventanas reventaron haciendo muchos pedacitos de el.  Dyan alzó la mirada al tiempo que estos entraron y pudo ver las caras de éstos. Uno era el mismo hombre corpulento de antes mantenía sobre su cabeza un sombrero de copa,  a lo mejor para ocultar algo en la cabeza porque al parecer lo mantenía sujetada con la mano izquierda y con la otra nos señalaba como si estuviese cabreado,  su compañero era más bajito tenía el pelo negro, Dyan se fijó en la mascarilla que llevaba puesta tapándose solamente la boca y nariz,  era lo bastante peculiar ya que parecía la mandíbula de un esqueleto y lo bastante realista como para pensar que se lo había arrancado a un humano .  Fue entonces cuando el portal cerró de golpe impulsando a los tres hacía un lado.

Dyan se incorporó rápidamente sintiendo algo más pesado su cuerpo.  Hacia un lado estaba su madre y al otro su padre quienes ya estaban de pie. Miró los alrededores y se dio cuenta de que estaba en unos jardines,  bastante preciosos ya que había una variedad de flores en el alrededor.  De pronto nuestro protagonista recordó el lugar,  era el sitio donde Dyan solía jugar de pequeño con aquella chica que vagamente recordaba su nombre,  porque también era algo difícil, Yukyone.  El muchacho no recordaba como era físicamente solamente recordaba  que sus manos eran cálidas,  dio un largo suspiro, se giró para ver a su madre quien estuvo apunto de decir algo pero el padre le arrebató las palabras de la boca .

-¿Recordaste algo ? -Hablaba de manera curiosa y llena de esperanza -

-Las manos de una chica -El padre comenzó a reírse ya que su hijo sonó al igual que un enamorado.- Deja de reírte viejales -no pido evitar mostrar un pequeño rubor. Nunca se habían reído de él de manera grotesca.

La libertad de las sombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora