No estaba nerviosa hasta que llegaron las seis de la tarde.
Salí por el balcón y aprecié la muerte de la tarde note como el sol se despedía de la ciudad con una leve brisa que movió mi cabello recordándome aquel viento que embestía mi cara cada vez que íbamos a la playa, con Patrick, en nuestras salidas nocturnas. Cerré los ojos y solte aire de mi boca como cuando terminas de tomar una refrescante bebida.
Luego de dos años puedo entender que el propósito de mi vida no era destacar entre los demás si no como el de todos, vivir la vida... no hace mucho cuando caminaba al supermercado un loco que andaba por ahí me tomo del hombro y me dijo -Vive a lo loco que lo bueno dura poco- y no le di importancia creí que lo decía para distraerme y asaltarme luego cuando llegue a mi departamento me quedé pensando varios minutos en un trance sobre aquella frase "Vive a lo loco que lo bueno dura poco". Me estoy yendo de tema, volví a entrar al salón y preparé todos los platos favoritos de mi prometido, soy buena ¿Eh?
Luego de preparar la mesa para la cena Ya era hora de prepararme a mí estuve 10 minutos en la ducha habia preparado para ponerme ropa interior de encaje negra y un vestido corto blanco y suelto, nada formal ni nada muy cotidiano.
Cada vez que pensaba en la llegada de Patrick a casa sentía que mi estómago saltaba ¿Por qué? No sé, supongo..., los nervios.
No sabia que hacer de mi emoción y para calmarme a mi misma comence a dar un paseo por el departamento. Dos habitaciones, dos baños, el salon, el comedor, la cocina y mi parte favorita: El balcón con vista al mar espumoso de sal... extrañaría esto cuando no estuviera aquí. El aroma a playa se habia vuelto normal en nuestro nidito de amor... vivíamos aquí desde hace dos hermosos años, yo estudiaba fotografía y Patrick trabajaba en el despacho junto a gran parte de la familia, que ahora es casi millonaria... pudieron salir adelante con un negocio propio pero esa es una larga y no romántica historia. Viva el amor. Escuche la puerta principal abrirse y gire mi cabeza para mirar sobre mi hombro suave.
-Hola nena...- Llego por detras y me abrazó besando mi mejilla.
Me gire para tener una vista mejor de mi dios griego. Con ese traje de veía tan atractivo...
-¿Cómo estuvo tu día?
-Complicado... estuve todo el día en una jodida batalla. Pero gane el caso.- Sonrió orgulloso. Luego levantó la barbilla y movio la cabeza levemente olfateando como un sabueso.- Tu no te cansas de hacerme feliz ¿Eh?
-Nunca podría pasar eso.- Respondí mordiendo mi labio inferior.
-Bueno... yo también deseo hacerte feliz de vez en cuando.- Dijo juguetón yo golpee su hombro jugando.- Ya, ya pero lo decía por la sorpresa que esta en el living.- Me guiñó un ojo.
-¿Sorpresa?
-Pues claro...
-Pensé que lo habías olvidado.- Dije emocionada.
-Me ofendes...- Dijo poniendo una mano en su pecho y abriendo la boca exageradamente.
Reí y besé sus labios en un beso largo y suave, de esos besos que te dejan la boca roja e hinchada.
-Aún no haz visto mi sorpresa.- Dijo mirandome con un brillo de deseo en sus ojos.
-Oh, es verdad.- Dije emocionada. Entre corriendo a buscar una cajita o algo sobre la mesa pero no había nada. Extrañada me di la vuelta para cuestionar a Patrick pero cuando vi al oso gigante que sostenia en sus fuertes brazos las lágrimas de felicidad (Yo ya estaba sensible) (Aclaro)
-Ay mi amor.- Dije secandome las lágrimas con mis palmas. Tome al pesado oso y lo tire al sofá para saltar sobre el mis y abrazarlo con mis piernas haciendo que mi vestido se levante un poco.
-Dios mio te agradezco por ese hermoso trasero que pusiste en mi camino.
Me puse de pie y alise mi vestido con mis manos. El solo rió mientras yo estaba roja.
-Gracias.
-No es nada, dejate los agradecimientos para la noche.- Lo mire sería y el largo una carcajada. Melodiosa risa.
-Ven, vamos, a cenar.
Cenamos entre risas y compartiendo anécdotas de los últimos meses y planificando nuestro futura luna de miel aunque ni siquiera habíamos puesto en marcha el plan de casarnos.
Estabamos en el sofá abrazados mirandonos uno al otro por varios minutos.
-Tu no tienes idea de cuanto te amo.
-Dimelo a mi.- Contesté suspirando.- Oye tenemos que comprar nuevos muebles para la habitación pequeña.- Dije tomando el control remoto.- Tal vez pintarla de nuevo también.
-Pero la pintamos hace un mes y medio porque no te gustaba su antiguo color.
-Lo se.
-¿Qué color quieres para pintarla?
-Azul o rosa, verde o violeta... no lo sé, depende.- Dije fingiendo desinterés.
-¿Azul? ¿Rosa? Odias esos colores.- Me encogí de hombros.- ¿Depende de qué?
-Depende de que sea.
-¿Qué? ¡Espera!- Se puso de pie y luego se sento de cuclillas frente a mi con sus manos entrelazadas apoyadas en su boca.- ¿Estas embarazada?
-Si, tal vez, un poco.- Dije sonriendo y mirando el televisor aunque no estaba prestando atención. Luego le mire el rostro y estaba empapado en lágrimas. Mi alma se encogió y mis cejas se unieron en ternura.
-Ow, mi vida- Me posicione a su lado y lo abracé acariciando su cabello.
-Maldita seas, lo ocultaste todo este tiempo ¡Bruja!- Reí sobre su cuello y el me devoró la boca con besos que provocaron que mi prometido me hiciera el amor en esa misma alfombra entre gemidos gritos de placer pero lo mas importante, con pasión y amor.