II

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Vuelvo la mirada a Asier y Alicia y veo que cada uno está con el móvil. Parece como si yo no existiera. Ni siquiera se han cortado delante mía, y eso que Alicia sabe todo lo que me pasó con Asier. Pero aun así, la muy zorra le besuquea para restregármelo una y otra vez.

Me alegro de no haber seguido manteniendo el contacto con ella.

Observo disimuladamente a Asier. Sus ojos grandes y marrones son los más bonitos que nunca he visto. De repente levanta la mirada y se encuentra con la mía. Mierda.

Nerviosa, la aparto deprisa. Noto que mi cabeza se calienta y todo mi cuerpo tiembla ligeramente. Intento sentarme de otra forma para que parezca que su mirada no es importante, pero no tengo éxito. Se me cae el bolso al suelo y mi libreta y mi estuche salen de él.

Corriendo, voy a guardarlos antes de que sus miradas se posen en mi y ya no pueda soportarlo más. Respiro hondo y decido no mirarles mas. Vuelvo a mirar el reloj. Son las cinco y veintitrés. Menos mal que solo quedan un par de minutos para que venga el tren. Si tengo que estar con estos dos más tiempo, me moriré de la vergüenza.

Busco mis cascos. Quizá un poco de música no me vendrá mal para despejarme un rato.
En ese momento las paredes empiezan a temblar y oigo como el tren se va acercando. Me levanto del banco y sigo con los casos puestos. En unos pocos segundos el tren está delante mía y veo que no hay nadie dentro de él.

Me siento en los primeros asientos libres que veo. Están en fila de cuatro y me siento en el que está mas pegado a la puerta.

Me sorprende ver que sólo estamos tres personas en el tren.

En ese momento veo que un chico con un skate está bajando por las escaleras mecánicas. Muy tranquilo y sin despegar la vista del móvil entra en el vagón contiguo al mío.

Se sienta en los asientos que están enfrentados dos a dos, posa los pies en el asiento en frente suyo y deja el skate en el que está a su lado. Justo en ese momento, las puertas del tren pitan para avisar a los pasajeros que se van a cerrar y el tren se pone poco a poco en marcha.

What a Feeling está sonando en mi reproductor y escucho atentamente y con los ojos cerrados las voces de cada uno de los miembro de mi grupo favorito. Me imagino que les estoy escuchando en directo y por un momento todo en mi vida está bien.
Pero pronto despierto de mi sueño y me doy cuenta de lo patética que soy.
En estos años, One Direction ha sido lo único que tenía. Su música me relajaba y me ayudaba a seguir adelante.

Se que la gente se suele reír de ti por pensar estas cosas y te llaman ingenua por creer que ellos puedan ayudarte lo más mínimo, pero así es. En general, la música me ayuda día a día y sin ella no podría seguir adelante.

Decido sacar mi libreta para que todas estas ideas tan absurdas desaparezcan de una vez de mi cabeza. En fin, este es mi día a día. Vivo inmensa en los recuerdos. Se que no debería de ser así, que debería pasar pagina, pero es imposible.

Abro la libreta y saco un boli de mi estuche y repaso lo que tengo escrito. "Él no quería a nadie más a su lado. Solo la quería a ella, con todas y cada una de sus imperfecciones. Eran felices el uno con el otro, y habían superado demasiados obstáculos juntos para que ahora quisieran separarles para siempre..."

Resoplo. No se qué me pasa últimamente que lo que escribo no me gusta nada.
Llevo escribiendo esta novela durante más de seis meses y no tengo escrita ni la mitad de la historia.

Me obligo a pensar algo original y miro por la ventana en un intento de que la inspiración divina venga a mi.

Entonces mi mirada se encuentra durante un segundo con el chico del skate, que está mirándome directamente.

Como extraños en un trenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora