Capítulo 4: Recuerdos reprimidos.

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Abrí los ojos y ya no me hallaba en mi cuarto, ni siquiera en mi habitación.

"... ¿Dónde...?"

Me encontraba en un lugar familiar pero vago en mi memoria; era un desierto o algo parecido y había personas hablando debajo de antorchas que eran la única luz en el lugar, para mi sorpresa estaba parado vestido con un vestido blanco andrajoso,mire a mis pies y estaba descalzo... tenía grilletes y cadenas en los tobillos.

"...¿Qué es...?"

Levante mis manos para descubrir que también tenía grilletes y cadenas en las muñecas.

   "¿Porqué...?" 

Estaba muy confundido, miles de preguntas intentaban acaparar mi pensamiento pero un sola lograba protagonismo en aquella situación.

"¡Debo escapar!"

No sabía con certeza porqué aquel pensamiento embargaba mi mente, el único pensamiento primitivo que había tenido en mucho tiempo, miré a mi alrededor y sin pensarlo dos veces empece a correr hacia la oscuridad que las antorchas no lograban espantar. 

Escuché gritos a mi espalda.

-¡Deténganlo! ¡Atrapen a ese mocoso- me gire y vi que detrás de los hombres que ahora corrían hacia mí con armas en sus manos apuntándome, había un pueblo en llamas... corrí más rápido forzando mis pies a acelerar.

Mire por encima de mi hombro, uno de los hombres me disparo y los demás lo imitaron, sentía como lágrimas bajaban a toda prisa por mi mejilla; a la distancia había un precipicio.

"¿A dónde voy...?"

  Y luego... un disparo me alcanzó. Empecé a caer por el precipicio estaba gritando pero no con mi voz sino con la voz de un niño, la caída no parecía tener fin.

Desperté, todo había sido una estúpida pesadilla... Excepto por las lágrimas de mis ojos.

Me incorpore pasé mi mano suavemente por mis mejillas limpiando las lágrimas, mire a la ventana el cielo seguía oscuro me quedé un rato así... quieto, viendo como el cielo se aclaraba.

Recorrí con la vista la habitación y por primera vez no me hallaba solo en esta, Ciel estaba estaba en la cama de al lado con los ojos abiertos, mirándome fijamente con aquellos ojos celeste... agradecí que aún estuviera oscuro pues sentí como la sangre me subía a las mejillas. Sostuve la mirada de Ciel por unos segundos y después me levante soltando un suspiro caminé hasta el armario cogí uno de mis sacos blancos con ojeras de gato en la capucha, me lo coloqué y salí del cuarto, de la habitación, del gremio...

"Un paseo me aclarara la mente..."

Y así me perdí hasta el amanecer entre los callejones de las ciudadelas cercanas.



Amor en las mazmorrasWhere stories live. Discover now