El día de la celebración había llegado, varias familias importantes arribaron el día anterior para no perderse el gran evento que se realizaría en el castillo de los Litvenko. Casi toda la ciudad iba a asistir. Era el mes de mayo así que la puesta de sol se encontraba cerca de las 20:50, por esos días se oscurecía muy tarde en Friburgo. Las invitaciones estaban hechas para la 00hs puesto que la futura reina Kathia Muroni cumplía años el 11 de Mayo.
Gaelle se estaba impacientando en la habitación de Miazoeth, faltaba media hora para las doce de la noche y ella no aparecía. Tampoco podía encontrarla con su conexión telepática, solo la oía cantar una canción. Hacía por lo menos 20 minutos que ya debería estar arreglada para salir. Como uno de los representantes de los Draculea y huéspedes de la familia debían estar puntuales en la fiesta. Gaelle llevaba un elegante vestido gris con un cinto ancho, de media manga las cuales eran de encaje junto con el pecho que también llevaba algo de éste material. El cinto, en su costado derecho, llevaba unas pequeñas flores de tela como accesorio, del hombro le caía de forma delicada tela del mismo material del vestido que se unía al cinto y a las flores dándole diferentes volúmenes a la falda, que era algo amplia. El cabello lo llevaba recogido, con una especie de flequillo hacia su costado izquierdo. El maquillaje era muy suave. Junto a ella se encontraba Antón, de esmoquin negro, el cual le quedaba pintado. Gaelle no dejaba de caminar de un lado a otro, había suspendido sus últimas dos sesiones para estar sin malestares en la fiesta, mientras Antón se encontraba sentado esperando tranquilamente.
Faltando 20 minutos para las doce Miazoeth entra corriendo a la habitación fingiendo una falsa sorpresa y sentimiento de culpa por la demora, sin dejar de notar lo atractivo que se veía Antón.
—¡¡¿Dónde te encontrabas Mia?!!—Gaelle la miraba severamente.
—Lo siento...—respiraba agitada—...estaba terminado mi peinado...y Ka vino hasta mi habitación para pedirme ayuda con un problema que tenía con Isa—se apresura para ir al baño donde estaba su equipo de maquillaje. Lo que le decía no era del todo una mentira.
Miazoeth ya tenía el peinado que le había elegido su madre. Se había alisado un poco el pelo, recogiéndolo en un rodete detrás de la cabeza, pero con la corrida algunos mechones se le habían caído dándole un toque más natural.
—¡¿Cómo que Ka?! Nada, como mi hija tienes obligaciones que cumplir...y ahora ¡estaremos llegando tarde!—se fue hasta donde estaba ella para seguir regañándola.—¿No has pensado en eso?
—No te enojes madre...no quiero que te retrases—le decía mientras se aplicaba la base.—No podía dejarla...ya termino. Porque no van ustedes primero, manda el auto.....de regreso—queriendo agarrar la sombra para ojos se le cayó un perfume.
—¡CALMATE MIA!—le grita Gaelle—Ok, yo iré primero pero que Antón se quede y te acompañe...
—No dejare que vayas sola...ve con él.
—Está bien. Pero arréglate como corresponde no a las apuradas y quítate ese reloj de la muñeca ¿Desde cuando llevas uno?. Luego hablaremos bien sobre este tema jovencita—agarra su pequeño bolso y sale de la habitación.
Antón se levanta tranquilamente de aquel sillón y se dirige hacia donde se maquillaba Miazoeth.
—Esta noche espero que me concedas una pieza—le sonreía tímidamente.
—¿Cómo...?—no se lo podía creer. Antón generalmente en las fiestas solo estaba en modo guardián, jamás bailaba. Ella se ríe.—¿Seguro? mira que siempre doy algún pisotón.
—Seguro...—luego de verla un momento sale para acompañar a Gaelle.
Miazoeth pega un pequeño gritito de alegría, "ohh no lo puedo creer...ooohhh" pensaba, se apura en terminar de maquillarse rápido. Va hasta su cama donde tenía extendido su vestido, se quita la blusa que llevaba al igual que el pantalón y se cambia. Era azul oscuro, tenía la falda larga y amplia, con bolsillos que le facilitaba no llevar bolso. Gaelle hubiera querido algo más llamativo, pero sabía que Mia se hubiera resistido a ponérselo. Tenía mangas largas, un cuello simple con un muy sexy escote profundo y armado, en el borde del escote y en los puños llevaba un delicado bordado del mismo tono que el vestido. Se va al espejo para ver cómo quedaba todo puesto.