01 | Una Ayuda

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Adriana

Veo mi carpeta que contiene mi currículum, es la quinta entrevista de trabajo a la que voy y pues no he logrado que nadie me contraté.

El muy estúpido del padre de Paolo tiene sus contactos y ha logrado que nadie me quiera contratar.

Necesito un empleo, afortunadamente he sabido ahorrar, así que no he pasado penas, pero necesito un empleo.

Entonces mi celular suena, lo cual me hace dar un brinco, ya que creí que estaba en vibrador. Al ver la pantalla, es Paolo.

Hace tiempo que no lo veo, pero hemos intercambio textos.

—¿Diga? —contesto el teléfono.

—Adriana. Necesito. Tu. Ayuda —la voz entrecortada y temblorosa de Paolo.

—¿Paolo eres tú? No te escucho muy bien —pregunto preocupada—. ¿Dónde estás?

—Estoy en casa. Necesito que vengas por favor —suplica con su respiración agitada—. Él me golpeó y no me siento bien.

Ese desgraciado lo hizo nuevamente.

—Quédate donde estas. Ya voy.

Cuelgo el teléfono y me pongo de pie, dispuesta a ir a ayudar a Paolo, su padre es un desgraciado bueno para nada.

Conduzco hasta su casa, pero el muy estúpido aún se encuentra dentro. Tengo que hacer que salga, así que decido conducir un poco más y veo un teléfono público.

—¿Diga? —responde el padre de Paolo.

—Señor Rodríguez, le habla Ariana Ferreira —digo el primer nombre que se me ocurre—, y quiero contratar a su jugador de tenis para una campaña publicitaria.

—¿En serio? —dice cayendo en la trampa.

—Si, ¿podría tener una entrevista con su representante? —pregunto.

—Seguro —responde confiado—. ¿Dónde nos vemos?

—Restaurante Las Delicias —digo—. Nos vemos en unos minutos.

—Allí estaré —dice y después cuelga.

Doy un largo suspiro y después decido volver.

Al acercarme a casa de Paolo, veo como él sale de ésta y sube a su auto. Estaciono mi auto frente a la casa y voy hacia la puerta, no tengo mucho tiempo, antes de que se de cuenta que es una trampa.

Saco mis llaves que tengo de la casa, espero que no haya cambiado cerraduras, afortunadamente la llave sigue siendo la misma. Entro y subo a la habitación de Paolo.

La escena destroza mi corazón, él está en el suelo de espaldas, todo está tirado en la habitación, su mesita de noche está tirada.

—Paolo. Paolo. Despierta —me acerco hacia él y toco su hombro.

Por fortuna él abre sus ojos o tendría que haberlo cargado.

—Tengo que sacarte de aquí, tu padre salió, pero puede volver en cualquier momento —digo preocupada ayudándole a ponerse de pie.

Bajamos las gradas, él apoyado sobre mi hombro, al salir de la casa, agradezco haber aparcado enfrente, lo dejo que se sostenga y abro la puerta del conductor.

Seguido abro la puerta de atrás y lo ayudo a entrar, después me voy hacia mi lugar y volteo para colocarle el cinturón.

Entonces lo veo bien, sangre sale de su nariz, su ojo derecho está cerrado y también tiene sangre en su boca. Su estado es lamentable.

Adriana y Noah © (J #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora