Noah
Mi dulce y hermosa Patito.
Quién lo diría que volvería a verla.
Fuimos separados cuando éramos niños y desde ese entonces me culpe por haberla dejado. Ella era mi mejor amiga y simplemente me fui.
No supe de ella, hasta que la vi en una de sus competencias. Tan hermosa cómo la recordaba.
Esos hermosos ojos verdes que siempre amé, esos que me decían que me amaba también.
Cuando supe de su accidente, no dudé en buscarla y afortunadamente sus padres me recordaban, así que no tuvieron problema en que fuera su fisioterapeuta.
Lo único fue que ella no me reconoció, lo cual me molesto un poco, pero como podría enojarme con esa hermosa chica.
Me mudé a un apartamento cerca de su casa y solicité un traslado hasta el hospital más cercano. Todo iba de maravilla, mi Patito y yo estábamos pasándolo bien, estábamos recordando nuestras aventuras, nuestras metas y sueños de pequeños, todo estaba saliendo perfecto, pero había un problema.
Su pierna.
Había visto casos de deportistas en los que es muy difícil volver a practicar de nuevo su oficio. Casos en los que le tomaba años poder recuperarse completamente.
De ninguna manera iba a permitir que le sucediera eso a ella, yo iba a lograr que ella pudiera caminar.
Y después...
Después le diría todo lo que siento por ella. Todo lo que sentí cuando éramos niños y que no me atreví a decirle en ese momento.
Estaciono mi auto frente a su casa, sus padres me han dado la llave, así que entro. Empiezo a caminar hacia el patio, probablemente ella se encuentre allí.
Entonces la veo, está llorando, sus muletas están dispersas en el suelo, estoy seguro de que ella las arrojó.
—¿Odette? —pregunto preocupado.
Ella levanta la vista, puedo ver las lágrimas en su rostro, entonces dejo mis cosas en el suelo y me acerco a ella.
—¿Patito estás bien? —pregunto mientras la abrazo—. ¿Por qué lloras?
—Ya lo sé todo Noah —expresa entre lágrimas. Será posible que sepa que la amo, pero ella no siente lo mismo—. Se que no voy a volver a practicar gimnasia —declara entre sollozos.
—Patito, no —digo viéndola a sus preciosos ojos verdes—. ¿Quién te dijo?
—Te escuche hablar con mis padres —musita en voz baja.
¡Rayos!
No sé que decirle, porque la verdad va a lastimar a mi Patito.
—Es cierto, pero aún existe la posibilidad Patito —digo para animarle.
—¿Tú crees? —pregunta viéndome a los ojos con esperanza.
—Si, te prometo que te ayudaré.
Ella me abraza aún más y yo la dejo. Si supiera lo mucho que me gusta abrazarla.
—Patito yo te voy a ayudar. No llores más —prometo.
—No es sólo eso —susurra entre lágrimas.
Entonces me pongo alerta.
—¿Es por alguien? —pregunto dudoso.
Ella asiente con la cabeza, entonces tomo su mano y espero me cuente todo. Y así lo hace.
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Adriana y Noah © (J #1.5)
Teen FictionAdriana es una chica muy inteligente, sabe cómo manipular a la gente a la hora de hacer negocios, es toda una negociante maestra. Con dieciocho años y sin experiencia decide trabajar cómo asistente de una futura estrella de tenis, pero lo que no pre...