17 | Juntos...

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Adriana

Esto no está bien.

No está bien.

Algo está mal.

Camino de un lado para otro del apartamento.

—Adriana, tal vez sólo fue por allí —dice Gabriel para animarme.

Pero algo no se siente bien.

Debía recoger a Paolo después de su práctica, pero me llamo su antiguo entrenador para ver su situación deportiva y pues decidí que tal vez él podría regresar sólo a casa.

Error.

Son cerca de las doce de la noche y aún no ha vuelto. Estoy empezando a entrar en desesperación.

—Ven aquí —dice Gabriel impidiendo que siga caminando y me abraza—, por la mañana, él estará aquí.

Asiento con la cabeza y eso espero.

~~~~~~~

Me despierto con el sonido de una ambulancia, volteo a ver mi celular, son las seis de la mañana. Salgo de mi cama, empiezo a caminar por el pasillo, veo a Gabriel durmiendo en el sofá y esbozo una sonrisa.

Entonces voy hacia el cuarto de Paolo, pero nada, está vacío. No vino en toda la noche, de repente un fuerte escalofrío recorre mi espalda y una extraña sensación se siente en mi estómago.

Me acerco hacia su mesa de noche, veo que hay una foto. La tomo en mis manos y la veo. Es Paolo y su mamá, abrazados y sonriendo. Él se ve tan feliz, si ella estuviera aquí, todo sería diferente, quizás él no estaría sufriendo por Odette.

Entonces como si algo me hubiese golpeado, me doy cuenta.

¡Su padre!

¡El imbécil de su padre!

Dejo la foto sobre la mesa y voy hacia la sala a buscar a Gabriel.

—¡Despierta! —manifiesto golpeando a Gabriel.

—¿Qué, qué, qué? —dice somnoliento Gabriel.

—¡Su padre! —digo poniéndome de pie y tomando mi celular.

—¿Qué? —pregunta confundido Gabriel.

—¡Su padre! ¡El padrastro de Paolo! —exclamo y entonces marco el número de la Policía—. Creo que él lo tiene.

Gabriel me ve también sorprendido y después comprende la situación.

—¡Mierda! —exclama poniéndose de pie.

Así es, mierda.

Si el padrastro de Paolo lo secuestro, debemos darnos prisa. Ese sujeto está loco, está loco.

Sólo espero no sea demasiado tarde.

~~~~~~~

Mi corazón no deja de latir apresuradamente, mi cuerpo está tenso y creo que voy a entrar a esa sala.

Tenía razón. Su padrastro lo secuestro.

El cobarde de su padrastro le golpeó y le disparó, hiriendo gravemente en su pierna izquierda y brazo derecho.

—¡No entiendo! —exclamo sintiendo los nervios matarme—. ¿Por qué no han salido a informarnos?

Noah toma mi mano y volteo a ver a Odette. Ella está aquí, se encontraba con Noah cuando le llamé dándole la noticia. Mueve su pierna derecha, puedo ver que trata de quedarse quieta, pero se que está asustada.

Adriana y Noah © (J #1.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora