Tae Hyung

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Navidad

—Tae Tae, pasame las cintas —dije de espaldas al chico que me acompañaba en esos momentos.

—¿Cuáles? —su mirada viajó por toda la habitación en busca del pedido.

—Las cintas rojas que están en el suelo —contesté colocando sobre el árbol bombolines en cada rama una de sus ramas. Pronto aquel pino artificial quedaría estupendo.

—Bonita —dijo mientras carraspeaba un poco su garganta para llamar mi atención—, tenemos un 23-18 aquí abajo.

—¿23-18? —pregunté confundida mientras me giraba para verlo.

Lo primero en lo que me fijé fue en la cara sonrojada de Tae Hyung y no pude evitar soltar una sonora carcajada por todo el lugar. Al ver todo el escenario, el cuerpo de Tae siendo sujeto por las cintas, su mirada tímida y sobre el suelo como si alguien lo hubiese amarrado para secuestrarlo, no dudé en resoplar e ir en su ayuda.

—Tae, eres un torpe —dije en forma de reproche, sin embargo, no podía estar enojada del todo. Aquello era realmente gracioso.

—¡Hey, son cintas asesinas! ¿Qué esperas que haga contra ellas?

—Kim Tae Hyung, eres la única persona en el mundo que se enreda de esta forma con unas pobres cintas —negué con mi cabeza y terminé de desatar el último nudo que ataba sus manos.

—Si fuesen tan solo unas "pobres cintas", no me hubiesen atacado como lo hicieron —sus dedos hicieron un par de comillas en el aire y me miró mientras hacía un puchero con sus labios—. Necesito amor.

—No, necesitamos terminar de decorar el árbol antes de que se acabe el día.

—¡Pero necesito amor ya! —Tae pateó el suelo como siempre solía hacer cada vez que comenzaba con sus berrinches.

—Si no hubieses sido tan torpe como para enredarte con unas cintas, no hubiésemos perdido tanto tiempo y ya habríamos acabado.

—¡Ah, pero bien que te gusta este torpe! —gritó mientras me daba la espalda y se cruzaba de brazos.

—¡Sí, me gusta mucho! —contesté de la misma manera y lo abracé por la cintura. Su cuerpo no dudó en atraparme entre su pecho dejándome aspirar el dulce olor de su colonia—. Es más, lo amo con todas mis fuerzas.

—Diablos, si hubiese sabido que terminaríamos así porque me enredé con las cintas, debí hacerlo mucho antes —di un suave golpecito en su pecho y este me respondió con una risita juguetona. Sus manos subieron hasta mi rostro y lo acogieron de manera cálida, y sus labios no tardaron en buscar los míos donde depositó un corto beso—. Te amo zanahoria.

—Te amo más, cabeza hueca —respondí en medio de risas al escuchar aquel apodo tan ridículamente tierno.

Fin

Imaginas 「BTS」 + En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora