Seok Jin.

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—Sostén esto Jin —con cuidado dejé la caja sobre las manos del chico

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—Sostén esto Jin —con cuidado dejé la caja sobre las manos del chico.

—¿Qué hay aquí? —preguntó moviendo la caja de un lado al otro y sacudiéndola levemente para intentar saber que había dentro.

—Cosas muy importantes así que no la muevas tanto, ¿quieres?

—¿Hay vidrio aquí adentro? —de inmediato y para respuesta a su pregunta, sonó un clinck que lo confirmaba. Me miró sorprendido.

—¿Qué?

—¿Son las cosas de nuestra boda? —afirmé su pregunta con un leve asentimiento de cabeza—. ¿Por qué aún tienes estas cosas?

—¿Por qué no debería tenerlas?

—Pensé que habías tirado todo esto a la basura cuando limpiamos el salón.

—Solo son las cosas importantes —dije tomado otra caja del suelo y colocándola sobre la mesa recién instalada—, tampoco es como si me hubiese puesto a recoger cada cosa que había allí.

—Quiero ver qué hay aquí —dijo sentándose en el suelo con la caja entre sus piernas. Con cuidado retiró la cinta adhesiva y abrió la caja—. Wow, ¿estas son las invitaciones?

Miré el sobre que tenía entre sus manos y luego lo tomé. Giré una y otra vez la pequeña tarjeta entre mis manos—. Creo que si lo son. Hace mucho tiempo que no las veía.

—Por Dios mujer, hace apenas medio año que nos casamos —dijo Jin mientras veía como volteaba sus ojos.

—¿Quieres ver las fotos que mi padre tomó? —pregunté sentándome a su lado intentado desviar el tema y luego saqué el álbum de fotos.


14 de febrero de ese mismo año

—¿Las flores ya están en su sitio? —preguntó por centésima vez en día Seok Jin. Diablos, si que estaba nervioso.

Quería reírme de la cara que estaba haciendo en aquellos momentos pero simplemente preferí quedarme callada y seguir viendo a aquel hombre delante de mí. Quien iba a pensar que en tan solo unos minutos él sería mi esposo; de seguro mis antiguas compañeras de la universidad estarán con la boca abierta.

No sé por cuanto tiempo más estuvo Jin asegurándose que todo estuviera perfecto y en orden, pero podía notar como nuestros invitados estaban casi que completos.

Cuando vi que aquel hombre se daba la vuelta y se ubicaba en su sitio me apresuré lo más que pude a terminar de arreglarme. Gracias al cielo que solo debía colocarme el velo y podía salir.

—¿Estás preparada? —preguntó Tae Hyung apoyado sobre el marco de la puerta—. Después de esto no podrás mirar a ningún otro hombre jamás en tu vida.

Imaginas 「BTS」 + En ediciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora