Capítulo I: Hermosa Luna

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—Please, bebé, a lo largo de estos cuatro meses te he complacido en todo. ¿Por qué no me complaces en lo único que te pido? Esta es nuestra última noche juntos y quiero ir contigo al evento de moda.

Alessandra se arrodilla en la cama con las manos juntas, rogando para que vaya al puto fashion show. ¿Qué mierdas voy a hacer yo allí? Además, hoy es el último día de mi relación con Alessandra; a esta hora se supone ya estuviera en busca de una nueva falda. ¿Qué? No me pueden juzgar si son las mujeres que, por alguna extraña razón, aceptan ser mías solo cuatro meses. Yo estoy bien con ello, ellas están bien con ello, todos estamos bien. Alessandra me mira con ojos de cachorro y yo solo puedo virar los ojos al cielo.

—No tengo ganas de ir, Ale.

—¿Entonces? ¿Nos quedamos toda la noche teniendo sexo de despida?— Sugiere sugestiva.

Creerán que estoy loco, pero prefiero ir a la maldita pasarela que volver a hundirme en ella. No es que haga mal sexo, es solo que ya me empaché. La mujer que tengo delante está buena, sí, pero ya no me inspira nada. Ni siquiera sus tetas operadas o su enorme culo logran motivarme como al principio.

—¿A qué hora es la mierda esa?— Pregunto sin ánimos.

Ella da un pequeño salto en la cama de emoción.

—¿Vas a ir? ¿De verdad?

—Por algo te pregunto...— digo con fastidio. ¿No se da cuenta de que en realidad detesto la idea de ir? Fácilmente podría decir que no, pero, después de todo, tengo conciencia y sé que me he comportado con un perfecto cabrón con ella estos últimos meses. Además, en ese evento puedo ir en busca de mi próxima chica. La semana de la moda es sinónimo de piernas largas y de mujeres esbeltas dispuestas a tener una relación con Felipe Villanueva.

—Pues comienza a las siete de la noche... Tenemos tres horas para preparamos. ¿Pasas por mí?

Asiento y veo cómo se marcha a toda prisa para arreglarse. Antes de cerrar la puerta de mi dormitorio me tira un beso. Sonrío falsamente y luego de que ya no está en mi campo de visión, suspiro con fastidio. Me tiro en la cama con un brazo sobre mi frente. Puta vida aburrida que tengo. Ando por la vida sin rumbo, sin dirección, tomando las cosas al vuelo, sin pensar en lo que realmente quiero. Estoy a punto de concluir mi carrera universitaria en arquitectura; tengo un puesto seguro en la empresa en donde trabaja mi viejo, mujeres bellas que cada cuatro meses pasan por mi cama, un buen apartamento en la ciudad y una guagua marca Mercedes. Sin embargo, teniendo lo necesario y un poco más, sigo aburriéndome con facilidad.

Dejo de divagar en mi pensamientos y me incorporo de un solo golpe. Iré a un puto fashion show con la típica rubia superficial. ¡Dios!

~**~

Tomamos asiento en primera fila. Sí, al parecer, Alessandra tiene conexiones en el mundo de la moda. Y me parece que dijo algo como que una diseñadora le debía un favor porque una vez la sacó de un apuro... ¡Yo qué sé! Lo que sí sé es que estoy al frente de todos. ¡Simplemente genial!

A mi alrededor todos murmuran, ríen y comentan acerca de las expectativas sobre los diseños. Por mi parte, estoy como lobo en cacería. Veo a varias chicas sonriéndome y coqueteándome, pero ninguna llama mi atención. Decido esperar a que empiece el desfile para ver si hay algo que valga la pena.

En veinte minutos más el presentador nos da la bienvenida y en un minuto más comienzan las modelos a desfilar. Estamos en verano, por lo tanto, los diseños son de diversos bikinis y trajes de baño. La verdad, no son muy asombrosos los diseños. Digo, yo no soy un experto en modas, pero lo que veo es más de lo mismo; nada que ya no haya visto. El desfile continúa de lo más aburrido hasta que de repente las luces se apagan y la música es sustituida por una mucho más movida. Todos susurran cosas que no logro registrar. Las luces se encienden de nuevo y en la pasarela aparece una mujer... Pero no cualquier mujer, sino una de gran tamaño. Ella va modelando con gran seguridad y una enorme sonrisa. Todos comienzan a gritar eufóricos y sorprendidos. La gordita recibe aplausos... Yo... Yo me quedo embelesado observándola caminar. Sin duda es una mujer muy distinta a la que estoy acostumbrado a voltear a mirar, pero definitivamente me gusta lo que mis ojos captan. Ella lleva un traje baño de dos piezas de estampado con líneas. La verdad, cubren a la perfección sus curvas; no enseña demasiado, pero tampoco es conservador. Sus muslos rozan por su gran tamaño; tienen un poco de celulitis, pero para mi sorpresa, no me desagrada. Sus senos, wow, son grandes y no hay que ser un genio para saber que son naturales; estos se mueven al ritmo de su caminar. Su pelo es rubio dorado, pero no de farmacia, este cae por sus hombros en hondas.

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