Capítulo X: Prohibida la Entrada de Perros

7.6K 621 53
                                    

¿Qué cocinaré? Ummm... ¡Ya sé! Algo sumamente sencillo, pero delicioso por demás: pasta penne con pechugas, bacon y brocolli. Haré yo misma la salsa Alfredo. ¿Un buen vino tinto y pan relleno de queso mozarella bañado en salsa de ajo? Sí, suena bien.

Le digo al bombón de Felipe que vaya a por el vino y el pan. Me dirijo a la góndola de las pastas. La caja de pasta que quiero está muy arriba, fuera de mi alcance. Salto y hago malabares para alcanzarla inútilmente. ¿No podría ser yo un poco más alta! ¡Qué fastidio!

—¿Necesitas ayuda, hermosa?— Escucho decir detrás de mí.

Los vellos se me erizan. No podría confundir esa voz jamás. Trago saliva en seco y me volteo abruptamente.

—¿Qué haces aquí?

—Buscándote... A decir verdad, pasé por aquí a comprar algo y luego iba al apartamento de tu tía... Pero la suerte me acompaña. O tal vez es el destino...

—¡Qué destino ni qué carajos! Lárgate de mi vista.

Él sonríe con diversión ante mi enojo. ¡Me bulle! Es que nunca cambia el maldito. Tengo que admitir que su presencia impone y me pone a temblar. ¿Cómo no si es el hombre que yo juraba amar? ¿Cómo no? Por algo es mi ex; por un tiempo fue el que lograba sacudir todo mi mundo.

Él mira hacia lo que estaba tratando de alcanzar, y lo toma en sus manos.

—Déjame adivinar, ¿Pasta Penne con pechugas, bacon y brocolli? ¿A quién piensas enamorar? Recuerdo que con esta receta me enamoraste a mí.

— Eso a ti no te importa... Por favor, vete...

—¿Por qué estás nerviosa? ¿Acaso está aquí?— Pregunta retador.

Trago saliva... Y no puedo evitar desviar la mirada de esos ojos brujos. Son tan verdes que pareciere que caminaras en medio de un bosque. Sus tatuajes lo hacen ver más intimidante todavía. No hay que negar que su apariencia de bad boy fue lo que un día me enloqueció... Ahora lo asocio con dolor, peligro y humillación.

—No quiero seguir escuchándote; lárgate por donde viniste... Entiende que no quiero saber de ti... Que lo nuestro acabó por cuenta tuya... Que fue suficiente con lo que me hiciste... Vete— le digo entre dientes lo suficientemente molesta... Sin embargo, no utilizo un volumen alto de voz. Lo último que quiero es un escándalo en pleno supermercado.

—Siempre me ha encantado cuando te enojas... Tu cara toda roja y esa mirada que lanzas. Sigues enloqueciéndome Luna...

Y entonces, sin previo aviso, sin poder evitarlo, me besa... Estoy tan en shock que no hago mella por separarlo. No le correspondo el beso, pero tampoco soy capaz de alejarlo. Lo que logra separarnos es el estruendoso ruido de algo sólido cayendo en el suelo.

Me volteo de inmediato y lo veo...

Felipe me mira con evidente decepción en los ojos. Ha dejado caer la botella de vino; de ahí el ruido.

Se siente horrible que me mire de esa forma... No debería importarme, pero sí me importa el hecho de que haya malinterpretado lo que vio.

No debería darle explicaciones, pero lo siento necesario... Hago mella en acercarme, pero la mirada que lanza me hace congelar en mi lugar. Parece muy enojado, pero más que eso decepcionado... Es la peor mirada que me han dado. Lo veo marcharse luego de pagar por la mercancía rota.

Tengo unas ganas inmensas de salir corriendo tras él, pero una mano fuerte me lo impide.

—¿Ese es el tipo? ¿Ese niño bonito? Oh vamos, Luna... Sabes que a ti te gustan como yo...

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora