Capítulo XXIII: Rematando a la Difunta

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Sus ojos me miran fijos mientras acaricia mi rostro con una sola mano. Él suspira con devoción mientras yo me pierdo más en la oscuridad de su mirada. Traza con sus dedos cada facción de mi cara. Yo frunzo el ceño.

—¿Qué te pasa?

—Eres hermosa, ¿lo sabías?— Me dice en un susurro.

—También sensual— le digo sonriendo.

—Oh, eso ni dudarlo.

—Mentira, estás siendo sarcástico—le digo volteando mi cuerpo.

Él me abraza aquí mismo en la cama y me dice al oído:

—Nada de sarcasmo, estás rica y me pones bellaco.

Yo suelto una carcajada.

—¿Ah si? Deja ver.

Le agarro el miembro, y en efecto, lo pongo grave.

Él se frota contra mí y yo me pego más hacia él. Y así, volvemos a ser uno en esta habitación de los dos.

Se termina la acción y decidimos bañarnos para ir a algún sitio a comer.

Ya en la ducha, él me baña a mí.

—Luna, te amo—me dice.

—Yo también, mi amor y mucho.

—No te creo. Estás siendo sarcástica— dice a son de broma.

—¿Acaso no te lo demuestro?

—A cada rato, solo estoy robando tus palabras.

—Gracioso tú.

Me enjuago y decido salir de la ducha primero que él para ahorrar tiempo en vestirme.

Me miro al espejo y suspiro. Dejé los malos hábitos alimenticios y estoy cuidando lo que como y también estoy ejercitándome todas las tardes junto a mi prima Lola y mi novio Felipe. Aún así sigo siendo una mujer gorda. Aunque bueno, eso no figura ningún problema ya, pues mi novio ha hecho que los complejos se vayan casi por completo. Sonrío al repetir esa palabra en mi cabeza. Somos novios oficiales hace un mes y ha sido uno lleno de experiencias intensas. Puedo asegurar que soy la gordita más feliz de este puto planeta.

Mientras busco qué ponerme, el celular de Felipe suena encima de la mesa de noche. Yo no soy cotilla ni entremetida, pero el móvil sigue sonando insistentemente; son varios mensajes corridos. Volteo mi rostro hacia la puerta del baño y como escucho a Felipe cantando a toda boca, decido ir hasta el celular para ponerlo en silencio. Lo tomo en mis manos y no puedo evitar sentir curiosidad al ver el remitente "Katia la difunta". ¿Katia su ex? ¿Y qué hace esa textiándole? Juro por mi vida que jamás he revisado ningún celular de ninguna pareja mía, pero me pica la cotilla y bastante.

Abro los mensajes y mi corazón galopa desenfrenado en mi pecho.

De: Katia la difunta

Aún te amo y lo sabes.

Me alegra saber que estás bien. Te veías bello, como siempre.

¿También me extrañas?

Perdóname por todo lo que te hice, quiero otra oportunidad.

Se lo haces a ella pensando en mí, yo lo sé. Pude notarlo cuando nos vimos ayer. Aún me deseas.

—¿Qué estás haciendo?—Escucho decir a Felipe en la puerta del baño.

Doy un respingo y caigo de bruces en la cama.

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora