Capítulo XXV: Dos Rayas Rosadas

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Capítulo XXV: Dos Rayas Rosadas

El sol inunda la habitación y eso me irrita. Quiero seguir durmiendo todavía más. Dios, ya casi soy un oso; llevo catorce horas corridas durmiendo. La habitación de la puerta se abre y me cubro con la sábana. No quiero verle la cara a Felipe luego de que ayer discutimos. Resulta ser que la comida de ayer me cayó como una bomba y la devolví toda en el inodoro. Felipe no me creyó y pensó que habían vuelto los malos hábitos alimenticios. Se lo juré mil veces, pero no me hizo caso. Entonces yo me molesté porque él estaba molesto conmigo sin tener la razón. Últimamente todo me cae mal. Pienso que mi estómago está algo irritado por las malas costumbres de hace unos meses atrás. O tal vez tengo un virus, pues no es normal sentirme tan mal y dormir tanto.

̶ ¿Estás bien? ̶  Escucho a Felipe preguntar, mientras se sienta a mi lado en la cama.

̶  He tenido días mejores. Déjame dormir más.

̶  Mi amor, llevas durmiendo muchas horas corridas.

̶ Creo que estoy enferma. Tengo el estómago revolcado y me duele la cabeza.

̶ ¿Quieres que te lleve al doctor?

̶ No, esto se me quita ya mismo... Solo déjame dormir un ratito más.

̶ Perdóname por lo de ayer. No pensé que te ibas a molestar tanto.

̶ Ya no importa. Ya pasó.

̶ Es que en serio me preocupa que tengas otra recaída.

̶ Eso no va a pasar...

̶ Tengo que ir a la oficina de Nathan, pues me necesita para que le eche la mano con un proyecto. Pero si te sientes muy mal me quedo ̶ dice luego de un largo silencio.

̶ No, ve para allá. Yo voy a estar bien. Cualquier cosa te llamo.

̶ Ok, mi amor. Te preparé el desayuno. Desayuna y luego sigues durmiendo.

̶ Como horita... Nos vemos en la tarde. Te amo.

Se despide y se retira. Me cubro aún más y sigo durmiendo.

Me despierto con la irritante melodía de mi celular. Espera, ¿desde cuándo la voz de Wisin me es irritante? Debe ser el hecho de que me exaltó el tono de llamada. Tomo el celular en mi mano y en la pantalla aparece el nombre de Lola. Contesto de mala gana.

̶ ¿Qué quieres? ̶ Digo.

̶ Que me abras la puerta, malcriada.

De mala gana me incorporo y me dirijo hasta la puerta. Al ver a mi prima en el umbral me doy cuenta de cuánto me hacía falta. Es que desde que estoy con Felipe prácticamente vivo aquí, aunque no me he mudado por completo. Increíblemente mi humor mejora. ¿Me he vuelto bipolar o qué?

Comenzamos a hablar y a ponernos al día de todo lo que nos hemos perdido una de la otra. Ahora sé que mi prima solicitó para la Escuela de Farmacia, que es feliz junto a su novio y que ya han hablado de matrimonio. Esto último me deja un tanto pensativa. Felipe y yo estamos en nuestro mejor momento, pero nunca hemos tocado el tema del matrimonio. Prácticamente hemos realizado uno de nuestros más grandes sueños; él, ser un pintor libre y yo tener mi propio restaurante... Nuestro sueño se fusionó y se convirtió en algo hermoso. Somos una pareja estable, pero ¿estamos listos para ese gran paso? ¿Estamos listos para presentar nuestro amor a Dios?

Le cuento a mi prima lo mal que me he estado sintiendo últimamente. Mientras, Dalton me hace ojitos para que lo suba a mi falda.

̶ Ay prima no será que...̶ comienza a decir, pero se calla cuando las dos vemos a Dalton oler y lamer mi barriga.

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora