Capítulo XX: Bella en Cualquier Talla

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Nota: El siguiente capítulo estará divido en dos, de modo que este y el próximo serán desde la perspectiva de Luna. Quería seguirlo, pero no he podido seguir escribiendo. Espero lo disfruten.

Capítulo XX:Bella en Cualquier Talla

Corro hacia el baño para devolver lo que me he comido en el desayuno. Soy una inconsciente cuando de comer calorías se trata.

Lo bueno es que ya se está viendo el cambio en mi cuerpo y eso me emociona. En estos largos meses he perdido treinta libras, pero falta más... mucho más.

Felipe parece no notarlo y eso me frustra, pero no me quitaré hasta verme digna de él.

No sé lo que somos; actuamos como novios, pero no en público. Eso me deja saber lo mucho que se abochorna de mí. Aunque él dice que no, pero sé que lo dice para no hacerme sentir mal.

Necesito bajar de peso; por eso me arrodillo frente al inodoro y sin pensarlo introduzco mi dedo en mi garganta. Las arcadas no se hacen esperar. Posteriormente devuelvo todas esas malditas calorías que me comí.

Normalmente no como por largas horas, pero hay días, como hoy, que sufro de atracos y comienzo a comer todo lo que tenga de frente. Luego viene la culpa y el sentimiento de asco conmigo misma. Pero todo se resuelve cuando devuelvo todo.

Me enjuago la boca y voy hacia la báscula. Me paro sobre ella y el coraje se instala en mi ser.

¡218 libras! Esta semana no he bajado nada.

Salgo corriendo hacia mi cama y comienzo a llorar desconsoladamente.

A pesar de estar bajando de peso sigo sintiéndome vacía y triste. ¿Por qué será?

Sí, es por el idiota de Felipe. Estos meses han sido de altas y bajas... Pero seguimos viéndonos...

Ya es un hecho: estoy enamorada de él... Pero él no de mí. Aunque sus acciones me confunden. A veces no hablamos por tres días y luego me busca y me hace sentir la mujer más afortunada del mundo...  Tiene detalles y una vez me dijo "te quiero...", aunque solo fue esa vez. Ese día fue mágico y él no tiene idea de que atesoro ese día en mi memoria y que esas palabras las llevo impregnadas en mi ser. Es esa frase la que aún me tiene atada a esto que tenemos.

Llovía a caudales, lo recuerdo bien; la carretera estaba muy húmeda y ¿para qué negarlo? Yo también. Felipe estaba a mi lado; el mismo hombre que me provoca un sinnúmero de emociones con tan solo una mirada. Mientras él conducía, conecté mi Iphone a los altavoces. Ricky Martin cantaba la canción favorita de Felipe. "Asignatura Pendiente" sonaba por los altavoces majestuosamente. Sin poder evitarlo, cerré mis ojos para cantarla a todo pulmón, o mejor dicho, graznarla. Me olvidé de que él estaba ahí. Él también cantaba... Ambos nos unimos para entonar y hacerlo igual que el Astro Boricua...Me olvidé que en el suelo se vive mejor... De momento no escucho a Felipe y abro los ojos abruptamente. Me encuentro con su mirada posada en mí... Lo miro sonriendo con los ojos y le digo: -¿Qué?- No dijo nada por cinco segundos. De repente, me haló hacia él con posesividad, y con la mayor delicadeza y sutileza, muy contrario al reciente arrebato, me susurró al oído: "Ay, Luna te quiero." Seguido depositó un casto beso en mis labios. No me pareció correcto devolverle las mismas palabras, pues fue demasiado hermoso el momento como para arruinarlo con más oraciones. Simplemente me quedé entre sus brazos saboreando la profundidad y ternura de aquella simple frase: "Te quiero mucho."

Desde entonces he deseado escuchar esas mismas palabras, pero no las ha vuelto a pronunciar.

Me está volviendo loca, pero no soy capaz de cortar con esta maldita relación.

Luna  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora