Brigitte era recepcionista de una agencia en donde trabajé unos
quince días. Quince segundos te bastaban para estar muerto en vida por ella, quedar relegado a zombi. Podría hacer una acabada descripción física y aun así, no llegaría a transmitirte como estaba. La mina más linda que vi en mi vida, contando todas las modelos del mundo, de toda la historia.
Habré sido el único tipo que no le dijo ningún piropo en su vida, el único que nunca la avanzó de manera obvia. Cuestión que la chiquilla empezó a subir al piso en donde estaba yo, a diario. Algo que no hacía ni a ganchos, según comentarios de quienes trabajaban allí. No voy a olvidar jamás la primera vez que la vi de cuerpo entero (siempre estaba sentada en la recepción). Fue al terminar mi primera semana. Traía un sobre para la señorita con quien yo compartía la oficina. Se recostó contra el marco de la puerta, sin entrar. Angelina Jolie en Tomb Raider es una escupida al lado de lo sensual que estaba Brigitte esa tarde. Era verano. Hacía mucho calor. Mucho. Llevaba un vestidito verdecito minifaldoso pegadito a su cuerpecito. ¡Cielos!
Una semana más tarde, yo terminaba mi trabajo y me iba, cuando un compañero me cuenta que Brigitte le había dicho a su novia (que trabajaba allí también) que yo iba a ser su próximo novio. El corazón se me aceleró como si hubiera tenido que cortar el cablecito rojo o el verde para desactivar una bomba atómica.
La llamé la semana siguiente a la agencia (yo ya no trabajaba ahí) y la invité a salir. Me dijo que estaba de novia, pero que la llamara a la casa así podíamos charlar tranquilos.
Dejé pasar dos semanas, a propósito. Nunca un tipo le había hecho algo semejante. Llamé como si nada y me atendió como un dulce. Incluso, me hizo algún reclamillo. La cosa no se aguantaba más. Nos moríamos por vernos, pero el novio de la belleza dificultaba un poco las cosas y esa semana no pudo ser.
La suspendí unos meses, pensando en darle un tiempo para que cortara al arlequín y otro más para que me extrañara. Llamé un buen día, again como si nada. Voz entrecortada (ella), que pronto se convierte en charla amena que da pie a invitación mía a ponerle fin a la ansiedad.
-¡Ay, vos sos un boludo!... No me hagas esto… Por qué no me llamaste antes… Por qué tardaste tanto… Con lo que me gustás…”
-¡Glup!
-Estoy embarazada y me voy a casar.
No sonaba para nada enamorada del padre de la criatura. Más bien, como alguien que se cagó la vida. Que perdió al príncipe azul (mirá la película que me hice). Si no fuera porque no habíamos salido ni una vez, te decía que sonaba enamorada de mí. Pero eso era imposible. ¡Estuve al borde de decirle que yo me hacía cargo del pendejo!
Timming, chabón. Me falló el timming. Solo eso.
Las minas están acostumbradas a que los tipo las cargoseen. Mensajes en el contestador. Llamadas en las que te atiende la vieja. Más mensajes cortados en el contestador. Salen la primera vez y al otro día aparecen. No va. Suspendela un tiempito. Decile que la vas a llamar y no lo hagas. Aparecé siempre después de lo pactado-barra-prometido. Veinte días, un mes.
Sí. Hay que tener huevos. Pero hacelo y, si tiene onda con vos, vas a ver cómo te come la boca en cuanto de vea. Y si no tiene onda, podés estar todos los días encima, que no va a pasar nada.
Probalo. No menos de veinte días, porque si vas aparecer al quinto, olvidate. Ni lo intentes.
Y cuanto más desaparezcas, mejor. Claro: si pasan ocho meses, quizá te encuentres alguna sorpresa un tanto desagradable, como me pasó a mí.
Pero fijate que uno no lo intenta por miedo a que la chiquilla se vuele. Y en mi anécdota, la más linda del universo no se voló. El problema fue otro. Pero si ese problemita no existía, seguro que la niña, al menos, salía para conocerme. Una criatura en camino cambia mucho las cosas. Pero en circunstancias más banales, si la chica tiene por lo menos curiosidad, va a estar, aparezcas cuando aparezcas.
De todas formas, yo me fui al carajo. Hacela esperar, pero no tanto.
Aplicale un delay incluso cuando te vayas a lanzar, cuando vayas a tener sexo por primera vez, y entre esa primera vez y la segunda.
El timming se aplica a toda situación. Y demorar todo un poco, también.
¿Por qué hacerla esperar?
Para tener el control del juego de seducción. Que sienta que vos hacés lo que querés. Que no te tiene dando vueltas alrededor, muertito. Que no esté segura si tenés otra.
Queremos más lo que es más difícil de alcanzar. Es exactamente lo que te hacen ellas a vos. Es lo que hacen los doorman de las mejores discotecas cuando te rebotan para asegurarse de que vuelvas.
Dales un poquito de su propia medicina y de paso, saben lo asquerosa que es.