Los Regalos

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Mariela moría por las frambuesas. No, no hablo de nada erótico.
No conmigo, al menos. Hasta el día de hoy, estoy convencido de que las frambuesas le encantan para comerlas. Es algo que me confesó en alguna de nuestras charlas previas. Así que la primera vez que la pasé a buscar para salir, me le aparecí en la casa con un frasco grande de frambuesas de Neuquén. No era época, pero igual las conseguí. No recuerdo la cifra, pero sí que gasté una suma muy similar a mi sueldo. Cuando me vió paradito ahí en la puerta de la casa con el frasco en la mano, no entendía nada. Pensó que era un chiste. Cuando se convenció de que era verdaderamente un regalo para ella, estuvo un rato hablando del tema. Que qué divino ¿Cómo sabías? ¿Cuándo te dije? ¡Qué observador!
En ese momento supe que se acercaba inexorablemente el día en que nos besaríamos apasionadamente. Nunca voy a olvidar su sonrisa de niño con juguete nuevo.
Tampoco lo que sucedió inmediatamente después. Subió a dejarlo y tardó como veinte minutos. Cuando bajó de nuevo, me dijo: "Tardé porque me las capturó mi vieja y como justo iban por el postre, me cagaron el frasco... Por suerte, alcancé a rescatar un par... Dicen que muchas gracias".
Si quitamos el temita de que la familia de Mariela (y no ella) se lastró mi sueldo en un plumazo, el regalo fue perfecto. Impactó a full. Me diferenció de los regaladores profesionales de rosas y ositos de peluche. Me posicionó como pendiente por sus cosas. Le confirmó que moría por ella; algo que es un denominador común en este libro, por su eficacia.
Las chicas adoran a los tipos diferentes (tanto como nostros las adoramos a ellas cuando lo son). Adoran que uno esté pendiente de ellas. Por las cosas que quieren o buscan. Adoran que uno muera por ellas.
Es que a cualquiera le gusta.
¿Recuerdan a mi novia la 22? Bueno. Todavía me acuerdo el día en que decidí que verdaderamente quería tener algo con ella "alter office". Se ofreció a acompañarme en busca de unos regalos para mis ahijadas para el día del niño. Y me acompañó. Y la tenías aconsejándome. Me encantó que se interesara por algo mío.
Y creo que ese es el mayo componente del lado afectivo de un regalo. Demostrar que te preocupaste por buscar algo que el otro desea. No te lo sacaste de encima con cualquier pavada.
¿Cómo pensás que quedó el tipo que salió después que yo con Mariela y le regaló una rosa en un restaurante, convencido de que con eso sumaba?
Ya hacer un regalo en la etapa de escarceos es algo que muy pocos hacen. Good.
No regales lo que puede regalar cualquiera de esos pocos. Perfect. Regalale algo que ella quiera. Así tu regalo va a tener un plus que no tiene ningún otro: un lado afectivo. El lado afectivo es el mayo lado de un regalo. Vale mucho más que el lado económico (salvo que te esté gateando).
Esto es muy bueno por dos motivos. Primero: podemos hacer regalos aunque tengamos poca plata. Segundo: cualquier ser digno de nuestro amor, valora un regalo con el lado afectivo más fuerte que el económico.
Jimena es la hermosa hija de un señor con muchísimo dinero. Y su mamá está casada en segundas nupcias con uno que tiene más que ningún otro. ¿Qué le puede faltar a Jime? ¿Qué la puede sorprender? Un compact. No, un BMW Compact, no tiene ni para empezar. Le regalé un compact disc. La primera vez que hablamos, mencionó un grupo (no recuerdo cual) que le gustaba. Unos días más tarde le regalé un compact de ese grupo. Me preguntó por qué lo hacía y le respondí que ella me había dicho que le encantaba. Creo que fue determinante para que al día siguiente tocara el portero eléctrico de mi casa, con un "Vamos al cine". Subió. No fuimos nada al cine. Nos quedamos haciendo el amor en casa. Durante meses.
Los regalos suelen despertar algún tipo de reacción. Normalmente, positiva.
Pero vos podés aumentar el impacto.
Claro, que tenés que medirte. No sirve hacer un regalo cada vez que la ves. No solo tenés serias posibilidades de quebrar, sino que además vas a empalagar.
Los regalos tiene que ser pocos. No más de dos o tres.
Como dijimos antes, evitando lo que cualquiera puede regalar, y pensando muy bien en la persona que lo recibe y sus deseos. Si logramos que ella nos lo diga sin querer, mejor. No hay posibilidad de errar.
Y deben ser muy memorables. Nada de chucherías. Esto no significa en absoluto que sean caros. Pero la huevadita normalmente atenta contra la memorabilidad. Vos tenés que ir en busca del detalle. De eso que sorprende. De eso que desea pero por alguna razón (normalmente es que no se le ocurrió) no se compra ella misma. Investigá. Pensá. Es divertido.

La Mujer De Tus SueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora