El avance tecnológico en materia de comunicaciones,
aparentemente, brinda nuevas e inmejorables opciones para conocer mujeres. Internet y sus "chats" parecen ser el paraíso para los solitarios en busca del sexo opuesto. También para los que buscan al mismo sexo, pero eso lo dejaríamos para otro libro (y para otros autores).
Los principales obstáculos para levantarnos una mina, como ya lo dijimos anteriormente, son el miedo, la vergüenza, la timidez, el temor al rechazo.
En una sala de Chat todas esas contras se encuentran absolutamente neutralizadas. Por eso chateando somos todos ganadores.
"Me levanté una mina por internet", es la clásica frase del banana medio pelo que nunca antes en su vida levantó nada.
¿Por qué quitamos mérito a estos intrépidos ciberganadores? Porque así levanta cualquiera. En Internet no ponemos la cara. Somos unas letritas con un nombre inventado, de manera tal que la damisela que se encuentre al otro lado del cable dejará librada a los deseos de su imaginación nuestra apariencia. Esos nombres inventados, más comúnmente denominados "nicks", pueden ir desde súper eróticos tirando a porno, como "Introductor anal", "Supercogedor" o "El trípode", a dulces y románticos como "Tu caramelito", "Enamoradizo" o "Solito".
Al ingresar a una sala de chat cada uno da rienda suelta al levante a su manera. Total, se puede salir y volver a entrar con otro nick. Borrón y cuenta nueva y aquí no ha pasado nada. Es así como los ciberbananones, muchas veces arrancan con una frase tipo "¿Hay alguna chica de capital que tenga ganas de coger?" ¿Se imaginan a ese pelotudo entrando a una reunión, parándose en el medio del living y diciendo eso?
Otros en cambio, eligen el camino más suave: "¿Hay alguna chica que desee hablar conmigo?" En definitiva es más o menos lo mismo, porque todos sabemos cual es la verdadera intención del que directamente pide por una mujer en la sala de chat, pero bueno, por lo menos va con más carpa.
La vez pasada fueron protagonistas de una romántica charla un tal "Principe Azul" con otra tal "Gatúbela". Ella le hablaba de una forma que era evidente que la pelotuda creía que hablaba con un verdadero príncipe sacado de un cuento de hadas. Seguramente no se detuvo ni un momento a pensar que su príncipe azul lo más probable es que tuviera su mano derecha en el Mouse y con la izquierda se estuviera rascando los hongos de las bolas por medio del agujero que se le hizo en su calzoncillo después de cuatro días de no cambiárselo. ¡Príncipe azul las pelotas! Gordo pedorro, sin dientes, transpirado, cachondo y con mal aliento.
Lo más cómico de todo es que el dogor también se estaría haciendo la película imaginando a Michelle Pfeiffer en su traje de cuero ceñido a su perfecto cuerpo, cuando en realidad la que teclea del otro lado es una de esas tantas que encuentran en Internet una única posibilidad de que alguien les de pelota. Esas que cuando las ves, te dan ganas de preguntarles ¿no te duele la cara? Y que en lugar de "Gatúbela" debería haberse puesto "Bufalúbela".
Mientras el príncipe sea de Argentina y la gata de México, lo más probable es que no pase nada malo y simplemente la historia se reduzca a que cada uno sienta que es una fiera del levante. El quilombo sobreviene varios días en la misma ciudad y después de cibermasturbarse durante varios días y evitando enviar fotografías por email, porque cada uno saber que si lo hace está perdido, deciden encontrarse.
Uy Dios... Que garrón, ¿Y éste era el príncipe? ¿Y ésta era la Gatúbela? Pero bueno, como el gordo andaba necesitado de una buena destapada de cañería y el bagayo de Gatúbela casi ya no se acordaba de cuando fue la última vez, si es que hubo alguna vez, le dan para adelante, haciéndole honor a aquel viejo dicho que dice "un polvo y un vaso de agua no se le niega a nadie".
Después "El príncipe" llega a la oficina y dice: -Vengo de cogerme una minita que me gané en Internet.
-¿En serio Gordo? ¿Y qué tal está? -preguntan sus compañeros de trabajo, ávidos de conocer el resto de la repugnante historia.
-Y... seis puntos... Pero no saben como coge -responde el caradura. De ahí en más se pone a relatar en detalle las piruetas que se mandó con Gatúbela a toda la barra del laburo, cosa que jamás haría un príncipe.
Gatúbela, a todo esto, ya sabiendo que la experiencia había sido "debut y despedida", y absolutamente desilusionada, no se lo cuenta ni al loro.
Si nos levantamos una mina por Internet tenemos que tener en cuenta que si en lugar nuestro hubiese aparecido cualquier otro con algún nick parecido, se la hubiera levantado también. Porque en realidad, la mina se conectó para levantarse un tipo y vos caíste justo.
Tal vez pensás que con las cosas románticas o eróticas que le dijiste la dejaste loca y perdidamente enamorada de vos. ¿Enamorada de quien, Pasqual? Si no te conoce.
Escondido en la intimidad de tu bunker, sin que nadie pueda saber quien sos ni donde estás, teniendo la posibilidad de cometer cualquier error, diciendo cualquier barrabasada, sin ningún tipo de pudor total nadie te ve ni te verá y sin hacerte el más mínimo problema si te echan flit porque podés desaparecer y transformarte en otra persona con un simple golpe de enter, no vale. Así cualquiera.
Lo más cómico es que tal vez todo ese jugueteo anónimo se lo estemos haciendo a un cacatúa impenetrable y nos creamos Patrick Swayze en "El Duro" después que el bicharraco se muestra interesado en nosotros.
Dejémonos de joder. Si queremos divertirnos un rato, está bien; pero no esperemos encontrar la chica de nuestros sueños adentro de un monitor, ni creamos que somos unos playboys imparables porque nos ganamos una mina chateando. Eso lo hace cualquiera.
Y no te olvides: "Las lindas no chatean".