Capítulo 11

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-¿Estoy en problemas, cierto? -dije bajando las escaleras para luego tomar asiento en el sofá.

-No mi cielo, últimamente te he notado algo extraña -argumentó sentándose a mi lado-. Puedes decirme, sabes que te voy a apoyar en todo.

-Tengo miedo de lo que pueda pasar en un futuro, Mamá -confesé bajando la mirada-. Se aproximará una fuerza muy poderosa y siento que no estaré lo suficientemente fuerte para mantenerlos a salvo.

-¡Leah, no digas eso! -regañó mi madre acercando su mano para limpiar una lagrima que corría por mi mejilla.

-Ni siquiera tengo la valentía de tomar el cargo como Alfa.

-Te equivocas cielo, eres una chica demasiado astuta y valiente. Referente al cargo es que no te sientes preparada para ello, es todo.

Bufé como respuesta, Julián tenía razón.

-¿Te rendirás tan fácil?

-¡No, no me rendiré!

-Lo sé, hija -me abrazó acariciando mi cabello.

Largos minutos pasaron y me encontraba en mi habitación escuchando un poco de música. La charla que tuve con mi madre me sirvió de mucho ya que sentía que todo lo que tenía a mí alrededor lo perdería en un simple abrir y cerrar de ojos.

Recuerdo que una vez tuve un sueño donde cuatro especímenes luchaban para llegar a un acuerdo, tres eran aliadas y una provenía del mal. Muchas vidas se habían perdido y casi no me quedaban aliados con los cuales debía luchar, todo se volvió oscuridad y fue el momento donde pude despertar.

Tal vez Johanna tenía razón referente a sus visiones, aunque no fueran claras y comprensivas. Sí algo se aproximaría debía estar lo suficientemente preparada, no solo yo, sino que también la manada. Sin embargo sí se tendrían que unir a más integrantes se haría pero no permitiré que mi familia caiga.

Dejando el asunto atrás, me acosté en la cama soltando un leve suspiro; mañana sería un gran día y no estaría mal acumular unas cuantas energías. Me acomodé boca abajo para consolar mejor el sueño pero no resultaba, estiré un brazo para apagar la pequeña lámpara que colgaba de la pared y cerré los ojos.

Un largo rato pasó y desperté debido a un inmenso frío que tenía, encendí la lámpara y noté que la ventana estaba totalmente abierta, la razón por la que había tanto frío. Me pareció muy extraño ya que no la mantuve abierta en toda la noche, me puse de pie y sentí un escalofrío por todo mi cuerpo al tocar el friolento suelo de madera, cerré la ventana y regresé a la cama.

No estaba del todo cómoda, sentía como sí me estuvieran mirando y a la vez me urgía ir al baño, suspiré no muy convencida dirigiéndome rápidamente al baño. Terminé mis necesidades volviendo nuevamente a acomodarme en la cama.

-Muy bien, ahora a dormir -me dije internamente.

Miré hacia la puerta encontrándome con una sombra un tanto similar, froté mis ojos para ver mejor y solamente era un abrigo colgado en ella. Todavía sentía la sensación que me observaban para ésta vez más cerca. Un ligero peso se hundió en la cama pero los nervios me invadieron tan rápido que no me permitieron girarme.

-¡Anda, sé que estás despierta, Leah! -dijo una voz ronca.

Justo la persona que menos esperaba.

-¿C-cómo entraste? Espera... -miré hacia la ventana la cual respondía mi pregunta.

-Descuida, no es la primera vez que vengo mientras estás durmiendo -confesó con una sonrisa-. Tampoco la última.

No Quiero Ser Más Tu RivalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora