-Leah, despierta, que ya es tarde.-Dijo Julián deslizando las cortinas.-¿Qué hora es? -preguntó la chica entre las sábanas
-Tarde, muy tarde -aseguró su madre- baja a desayunar, por favor.
-Como sea. -respondió adormilada levantándose de su cama.
Leah tenía la costumbre de despertar por las mañanas algo excesivo de la hora, sobre todo los días de clases. Ya estando de pie, se dirigió a su pequeño cuarto de baño y al entrar se dignó de inmediato a realizar su rutina higiénica.
-¡Leah! -gritó su madre desde abajo.
Después de muy poco, Leah ya se encontraba en destino a la Preparatoria Jackson's. No de haber sido por su madre lo cual conducía como sí fuera la única en la carretera, hubiera llegado tardísimo.
Leah
Al llegar a la preparatoria veía a todos correr de un lado a otro y supuse que ya había sonado la campana. Corrí lo más rápido que pude; hoy tenía clases de Matemática y al profesor Thorín no le agradan las tardanzas en sus alumnos. Estando frente a la puerta correspondiente toqué tres veces y escuché su voz con tono arrogante decir "Adelante".
-Señorita Clearwater, llega tarde... Otra vez. -Dijo mirándome con intimidación.
-Lo lamento, es que había mucho tráfico por el camino. -mentí con una sonrisa interna-. Ingenuo -murmuré.
-La próxima vez no entra a mí clase. -afirmaba con seriedad.
Sin contestarle nada, fui a tomar asiento detrás de mi compañero de la vida, Hannibal, le dediqué una sonrisa y entre pequeños susurros saludé al chico conmocionado
Universal
Hannibal Rapizzarda de diecinueve años, mejor amigo de Leah. No es un chico como todos los demás, es un lobo e igual que ella, destacado en la manada por ser el Alfa, ambos se conocen desde su infancia y desde ese entonces él ha sentido cierta atracción amorosa hacia su mejor amiga; tampoco lo hace expresar mucho por miedo a perder dichosa amistad. Tan sólo ocultar su amor por Clearwater, lo hace pensar de muchas formas pero algo que siempre hará es protegerla hasta el final de los días.
Regresando a la vida de Leah, la clase duró aproximadamente dos horas, lo menos inexpresivo ya que al profesor le gusta durar cierto tiempo charlando de cosas sin solución como los números, por ejemplo. Ya nadie le prestaba atención pero al contrario, deseaban salir lo más pronto posible de aquella cárcel.
-Bueno, hasta aquí jóvenes, pueden retirarse .-Dijo el anciano finalizando la clase.
Todos al oír sus últimas palabras no dudaron en salir, expresiones de alegría y victoria se podían admirar en los estudiantes. Leah salió primero que su amigo así que decidió esperarlo en la entrada del aula. Intrigada por saber que hacia su amigo, se asomó por la ventanilla que daba acceso a lo que deseaba ver. Él charlaba con el profesor.
De tanto esperar, su estado de aburrimiento empezaba a notarse, ella misma buscando con qué entretenerse le llegó la magnífica idea de oler los miedos de aquellos usuarios que pasaban por su alrededor, inspirada estaba pero una estupefacta voz la trajo a la realidad.
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No Quiero Ser Más Tu Rival
FantasíaDos rivales, dos mundos diferentes y una revelación inesperada.