Dicen que el tiempo todo locura,
y así es,
me estoy volviendo loco.
Me pongo los sombreros en las orejas para que estén protegidas,
por si escuchan algo que les pueda hacer daño.
Los calcetines me los pongo en las manos como si fueran marionetas,
mis pulgares discuten sobre política
mientras el índice está recitando poemas de Lorca.
Los relojes de arena se han paralizado,
¿estaré quedándome ciego?
-Me pregunto mientras te sigo viendo pasar por mi mente.-
Quizá no ciego, quizá majareta.
Quizá ando como pollo sin cabeza. Sin ver por donde voy.
Pero qué más da por donde vaya si tengo sitio para correr, para huir.
Nos encantaba escapar de todo cuando el Sol iba a dormir.
Tus manos tenían la forma perfecta para acariciarme los hombros,
y las luces de la calle te hacían más joven, más traviesa, más tú.
Y ahora huyo de todo eso,
con mis orejas cubiertas por los sombreros,
y con mi dedo anular apuntando al cielo,
maldiciendo que te hayas cansado de mis hombros.
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Las lágrimas también duermen
Poetry¿Una descripción más para otra historia de amor? Ya está todo dicho.