Veintitrés más dos; igual a "casi tres".

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Ya no me salen los suspiros, se han quedado en mí

abrazándose el uno al otro

porque es lo único que les queda.


Temo el día que me decida a caminar sin saberme el camino de vuelta,

sin saber de dónde vengo,

¿tú no? 

¿No tienes miedo de no volver a casa? 

¿Por eso te has ido tan rápido?

¿Por eso te has ido sin mirar atrás?

Por eso sigo sentada en el rincón más vacío del suelo

con una vela.

El viento está bailando con ella, 

parece que fuego y aire se gustan de verdad.


Inmolarme sería una buena solución.

Descorcharme las ideas de la cabeza y que salgan como la espuma por mis orejas.

Coquetear con la ironía, y regodearme con el sarcasmo.


Destino, te estás luciendo.


¿A quién voy a dedicarle poemas bonitos ahora?

Los pobres van pidiendo dinero, no amor.

Y aún teniendo dinero, me considero de lo más pobre del mundo.


Araño mis costillas de vez en cuando, y afilo mi lengua.

No permitiré que nadie más se lleve mi corazón.

Me destrozo, y me gusta.

Volverse témpano es de mis mejores decisiones.

Y arder como volcán es uno de mis planes.

Cualquier día estaréis durmiendo y una nube gris se os caerá encima;

ahí será cuando os deis cuenta de que el volcán ya no puede pararse.

Y aunque muera ardiendo yo también

será mejor que morir por haberte dejado ir.


Las lágrimas también duermenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora