Miércoles 16; sigo perdido.

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Sí, sigo perdido.

No le encuentro el menor sentido.

Que no sé andar sin que me des la mano

y menos si sé que ya te has ido.

Ya nada me importa,

camino sin rumbo intentando olvidar,

pero cada paso hacia el avance

me hace recordar que por qué estoy

intentando olvidarte.


Me estremezco solamente al pensar que

por estas mismas calles,

por las que ahora deambulo como un fantasma,

vivimos los días más felices de nuestra humana existencia.

Me parecía increíble cuando me dabas la mano, me dabas un beso en el dedo pulgar, me mirabas con esos ojos de guía -con ese centelleo que te hacía especial-, y yo caminaba; te seguía, no me detenía por nada.

Mis pies avanzaban solos.

Era magia sobre el asfalto.

Pero, entonces...

Entre tanta gente,

te perdí.

Miraba a todos lados,

angustiado,

sofocado,

asustado...

Tus ojos se fundieron.

Y lo más injusto es que

el cortocircuito

y la explosión

y el incendio,

me abrasaron el corazón.


Pero, si te digo la verdad,

no sentí nada de eso.

¿Sabes por qué?

Porque después de que me pisaras el corazón y escupieses encima,

ya nada duele.


Las lágrimas también duermenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora