La Última Noche

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Aquella noche los esposos se embarcaron al ruido de los cañones. Las banderas ondeaban, y en el centro del buque fue instalada una tienda real de oro y púrpura, en la cual se había preparado una magnífica cama. Se hincharon las velas, y el barco navegó ágilmente. Por la noche fue alumbrado con lamparillas de varios colores, y los marineros bailaron jubilosamente en la cubierta. El sirenito recordó entones la noche que por primera ocasión había visto el mundo de los hombres. A pesar de su dolor, se unió a los danzantes y fue admirado como si fuese un ser sobrehumano. Sin embargo, es difícil explicar lo que ocurría en su corazón durante el baile, pensaba en su príncipe, el hecho de que por él había abandonado a su familia, ofreciendo su espléndida voz y padecido desconocidas torturas. Aquella noche sería la última que respiraría el mismo aire que él, la última noche en la que podría contemplar el inmenso y profundo mar, la última noche de poder perder la vista en el cielo estrellado. Una noche interminable, una noche sin sueño le aguardaba, pues no tenía un espíritu eterno. Hasta la media noche el júbilo reinó a su alrededor; mientras el sirenito reía y bailaba con la muerte en el corazón.



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