El Príncipe Está A Salvo

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El clima del día siguiente era maravilloso, pero no quedaba ni un resto del barco. Un sol de rayos rojos, parecía traer la vida a las mejillas del príncipe; sin embargo, sus ojos continuaban cerrados, el sirenito comenzó a contemplarlo. Hallaba una grandiosa similitud entre él y la estatua de mármol de su jardín, e imploró por su salvación. Pasó a su lado en tierra firme, se encontraban en un diminuto golfo rodeado por una pequeña selva al pie de la costa había una pequeña aldea con una iglesia o convento. El sirenito cuidaba de mantener la cabeza del príncipe en alto para así exponerle a los rayos del sol.

Minutos después las campanas de la iglesia comenzaron a sonar, y un grupo de jóvenes apareció en uno de los jardines, acercándose a donde estaban el príncipe y el sirenito. Éste se alejó nadando, y se escondió detrás de unas piedras para ver lo que ocurría al príncipe. Y se percató que uno de los jóvenes pasó frente al príncipe; al principio se espantó, pero, luego de que se restableció, fue a buscar a otras personas quienes auxiliaron al príncipe. El sirenito lo vio recobrar el conocimiento y sonreírle a quienes lo rodeaban; a él era el único a quién no le sonreía, debido a que no sabía que lo había salvado. Así que cuando vio que lo llevaban a una gran casa, se zambulló amargamente y regresó al castillo de su padre.

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