Adios Narnia

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Caspián caminaba con tranquilidad por los largos pasillos del castillo. Llevaba un rato buscando aquella reina que habia aturdido su corazón el día de su propia coronación.

Las risas de Lucy y Kayla rebotaban por las paredes y llenaban el silencio. No se escuchaba nada de Edmund, lo que indicaba que seguía dormido. Y así habia sido todos aquellos días: Edmund era el último en levantarse, Kayla y Lucy llenaban el castillo con sus risas, Caspián y Susan pasaban juntos todo el día riendo y bromeando. Los Narnianos celebraban, parecían los mejores días que Narnia habia tenido.

Caspián seguían en su búsqueda. No sabia cuantos días habia pasado con Susan, ni cuantos le quedaban, pero vaya que quería a esa pelinegra.

Salió del castillo y cerro la puerta tras de si, cortando las risas de Kayla y Lucy.

Justo en ese momento reconoció una cabellera negra que caminaba por el pasillo. Se encamino a ella, pero al lado de ella apareció otra cabellera rubia y un enorme león apareció ante sus ojos.

Dio vuelta para regresar por donde habia aparecido pero una voz grave lo detuvo.

-¿Majestad? - Caspián volvió a girar y se encontró con la mirada de los tres reyes sobre el.

-Está todo listo, nos están esperando todos - Caspián dirigió involuntariamente su mirada a Susan.

La muchacha tenía sus ojos cristalinos y su mirada reflejaba una profunda tristeza.

Caspián tuvo el impulso de ir hacia ella, abrazarla, besarla y decirle que todo estaría bien, pero no lo hizo. Tal vez por orgullo o vergüenza, realmente no lo sabía. Parecía tener otras cosas en su cabeza, si supiera lo que venia a continuación. . .

Una de las cosas que rondaba por la cabeza de Caspián era que pasaría con los telmarinos. Por ese motivo, Aslan habia ordenado reunir tanto telmarinos como Narnianos.

Y ahí estaba, frente a el una enorme multitud de Narnianos y telmarinos lo observaban con ojos curioso e impacientes.

A su izquierda, los Reyes de Antaño guardaban la misma impaciencia.

A su derecha, Aslan lo miraba con sus grandes y profundos ojos. Junto a el, su hermana, que mantenía una sonrisa juguetona.

Detrás de ellos alcanzo a ver las cabezas de Vendaval y su profesor, además los pies de Trumpkin y Reepichepp.

-Narnia pertenece a los Narnianos tanto como a los humanos - dijo Kayla mientras se posicionaba junto a su hermano.

-Los telmarinos que quieran quedarse y vivir en paz serán bienvenidos - continuo Caspián, mientras veía a muchos telmarinos que el conocía - pero para quien lo desee, Aslan los puede enviar al lugar de nuestros ancestros.

-Hace muchas generaciones que dejamos Telmar - dijo un telmarino. Kayla no pudo evitar mirar al lado del hombre, encontrándose con los ojos de su viuda tía. Sintió una culpa comiéndole el pecho y dirigió rápidamente su mirada al niño que su tía tenia en brazos. Sintió lastima por aquel niño y movió su mirada justo cuando Aslan empezaba a hablar.

-No nos referimos a Telar -aclaro el León- Sus ancestros fueron bandoleros del mar, piratas, que encallaron en una isla. Ahí descubrieron una isla, una rara ruta que los trajo desde su mundo, el mismo que el de nuestros Reyes y Reinas de Antaño. Puedo regresar los a esa isla, es un buen lugar par los que deseen un nuevo inicio.

-Yo iré- cuando el general Glozelle termino de hablar todas las miradas se encontraban puestas en el - yo voy a aceptar la oferta - avanzo lentamente hacia Caspián y Kayla, dio un movimiento de cabeza hacia ellos, los cuales le devolvieron el mismo gesto.

Las Crónicas de Narnia: Los telmarinos que salvaron NarniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora