Usalo si me necesitas 《Maraton 3/4》

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Editado 09.01.18

Al terminar, Lucy también iba directo a Kayla. Luego de curar los cortes en las piernas del gigante, la herida en el lomo del centauro y los moretones de Edmund -aunque él se negara y dijera que estaba bien- la curiosidad la carcomía.

Cuando encontró a su amiga Narniana, ella estaba arreglando el caballo en el que Lucy y Susan buscarían a Aslan.

-Kayla -la pelinegra volteó a verla.

-Lucy -esta le sonrió.

-¿Y Susan?

-Con Caspián -dijo señalando otra habitación. Lucy sonrió, también su hermana se habia enamorado.





-Y. . . ¿tu mundo es como Narnia? -preguntó Caspián, a pesar de la tensión.

-No -respondió Susan cortante-, para mi Narnia es mejor.

-¿Por qué?

-Bueno. . . en Narnia no nos tratan como niños, además de que en nuestro mundo siempre hay guerra.

-Lamento mucho eso -respondió Caspián en voz baja.

-No importa, como dije, prefiero Narnia -Caspián suspiró, sabía que Susan estaba enojada por casi haber convocado a la bruja blanca, por eso se comportaba tan distante y fría.






Kayla habia terminado de ensillar al caballo y habia ayudado a Lucy a subirse a el. Ambas platicaban de bastantes cosas, de todas en realidad. Hasta que Kayla sintió la presencia de alguien más en la habitación. . .

-¿Me espías? -una risa resonó en las paredes, Lucy movió la cabeza, en busca del dueño de la voz.

-Claro que no, de hecho, las mujeres suelen observarme a mi -Lucy rió ante la ocurrencia de su hermano.

-¿Entonces, porque viniste?

-Bueno, yo vine. . . a desearle suerte a mis hermanas -Kayla soltó una risa irónica.

-¿En serio, Edmund? ¿Es tu mejor escusa?

-¿Dónde esta Susan? -preguntó Edmund, ignorando el comentario de Kayla.

-Con Caspián -respondió Lucy, Edmund frunció en ceño.

-Veo que ya no tienes las heridas -dijo Kayla cambiando de tema, no podía imaginarse a Edmund como un hermano celoso que entra en una habitación para evitar que su hermana hablara con un chico.

-Si -respondió Edmund, mientras veía a Kayla acercarse. La muchacha miraba los labios del chico, toco con la yema de su dedo donde alguna vez habia estado la herida, solo que ahora no tenía nada.

-Que bien -Kayla dirigió sus ojos a los Edmund, y sonrió cuando volvió a verse perdida en ellos.

Ambos se acercaron, hasta el momento en que la cercanía llego al límite, sus respiraciones se mezclaban, unos centímetros separaban sus labios, deseosos de probar los del otro.

Lucy, montada aún en el caballo, observaba la escena como si se tratara de la escena clave de una telenovela.

-Bien, será mejor que nos vayamos -la voz de Susan interrumpió el amoroso y épico momento. Kayla y Edmund se separaron pero no pudieron evitar sonrojarse.

Lucy fulmino con la mirada a su hermana, por interrumpir ese momento, pero Susan no lo noto.

-Pero no nos hemos despedido de Peter -protestó Lucy, desde su asiento en el caballo.

-Lucy, no hay porque despedirnos, volveremos y los volveremos a ver -respondió Susan, para convencerse a si misma, no a Lucy.

Lucy asintió y bajo la cabeza, a pesar de que habia algo en la voz de su hermana que no la convencía.

Las Crónicas de Narnia: Los telmarinos que salvaron NarniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora