Capitulo 3

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La casualidad no es, ni puede ser más que una causa ignorada de un efecto desconocido.

Voltaire

El camino parecía hacerse cada vez más conocido para el mayor con forme el acelerador parecía dejar de funcionar gradualmente, los rayos del sol opacados por las inmensas arboledas que sin lugar a dudas se erguían como guerreros naturales ante los forasteros que no supieran seguir el sendero correcto, los sonidos de los depredadores que como buenos cazadores buscaban indefensas presas que capturar antes de caer la noche, todo el medio encantado que rodeaba y protegía de igual forma el campamento en el que los "Cuervos" mantenían su anonimato.

Samuel llegó derrapando con la motocicleta pasadas las 4:00 pm, tenía la camiseta y la chaqueta manchadas de sangre, su respiración era irregular y no tenía más fuerzas para seguir con los ojos abiertos, por lo que cuando sus hombres lo vieron caer sobre el manubrio no dudaron un segundo para atenderlo, uno de ellos lo levantó entre sus brazos y corrió a buscar a la doctora del campamento, otros movían la motocicleta para llevarla al taller y arreglarla y por ultimo uno de ellos corrió a avisarle a los demás generales que por fin el Capitán Vegetta había llegado.

El hombre caminó por todo el campamento hasta la base central, que era una construcción bastante curiosa, cimentada en la base de una montaña y con apariencia desgastada, un muy buen camuflaje cuando se trataba de esconderse de los radares que a veces solían mandar a través de los drones. El joven soldado arribó a la entrada cuando escuchó una discusión que no supo si interrumpir o no, por lo que se tomó un momento para esperar a que los gritos disminuyeran un poco su volumen, mientras tanto y con curiosidad se dedicó a escuchar un poco de la pelea.

— ¡¿Por qué mierda los dejaste ir Alex?! — gritó Luzu mientras caminaba de un lado para otro como un león enjaulado, es que tenía que ser una maldita broma, una puta broma.

— Pues yo no los mandé macho, ellos simplemente se fueron — contestaba Alex, el menor de todos los comandante, era un joven bajito y con el peor humor que alguien normal hubiera podido soportar — No voy a andar de niñero solo porque a esos mocosos idiotas les ha dado por hacerse los valientes. — seguía defendiéndose.

— No se trata si te gusta o no, era tu maldita responsabilidad... joder, Samuel se va a poner como loco... — Luzu intentaba calmar su furia, porque si esto seguía así Alex iba a sufrir bajo sus propios puños.

— Vale, tranquilízate un poco Luzu — intentaba calmarlo Rubén, un chico que a contraste de Alex era sumamente alto, con una mirada infantil y un aire de tranquilidad que podía hacer de mediador cuando se suscitaba el caso, además de ser un genio cuando se trataba de arreglar armas. — Gritarle no arreglará nada, Frank los traerá de vuelta y Samuel nunca se enterará de esto ¿Vale?

— Rubius tiene razón, no hay que ponernos tensos — secundó Mangel, el ultimo de todos los generales y novio de Rubén, era un joven de estatura regular igual que Luzu y Samuel, con una mirada divertida, bastante alegre y en casos necesarios un hombre con inteligencia en explosivos excepcional.

— Que sepas que si algo le pasa a Frank o a alguno de los chicos te voy a arrancar los ojos — amenazó con furia el mayor de todos, Luzu nunca se había molestado con alguno tanto como en esos momentos, pero es que ya estaba hasta los cojones de que Alex se comportara como un completo crío ¡por dios! Ya tenía 22 y no entendía de responsabilidades, además seguía molesto con él por la última misión, si no hubiese sido por sus tonterías de ir y abalanzarse sobre el enemigo sin balas en el cargador Samuel nunca hubiera sido atrapado en primer lugar.

Utopía, el inicio del camino: Cuervos -Fanfic Gay- [WIGETTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora