Capitulo 13

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Una persona que quiere venganza guarda sus heridas abiertas.

Sir. Francis Bacon

Rubén alguna que otra vez había pensado en como terminaría su vida, quizá en el campo de batalla con su padre a un lado, intentando salvar a su equipo de algún ataque sorpresa del enemigo, o quizá sacrificándose por algún amigo cuando los estuviesen capturando, incluso, por muy lejana que fuese la idea, pensaba que podría morir de viejo, en su cama durmiendo tranquilamente a lado de su esposa hasta que su corazón dejara de latir. Pero parecía que nada de eso iba a poder suceder. El pequeño Rubén jamás había pensado que a su corta edad la muerte tocara su puerta, que incluso el pánico, la sensación de ahogarse e intentar suplicar por su vida pudiesen haber arribado en él a tan temprana edad, pero ahí estaba, completamente asustado, mirando con temor y lastima a la pequeña Natalia, la niña que se encontraba entre sus brazos sollozando, mientras lo abrazaba con fuerza como tabla de salvación que necesitaba una hermanita, en un costado, su padre tirado inconsciente, sujeto de brazos y piernas con esposas para evitar el escape. Rubén quería volverse loco. Sentía unas inmensas ganas de vomitar, su estómago estaba tan revuelto por culpa del miedo que estaba seguro de que terminaría vaciando la cena sobre el extraño suelo de la caja en la que estaba preso.

— Rubén... — murmuró la niña en medio de las lágrimas. — Todo estará bien ¿verdad?— preguntó con un tono infantil roto, la pequeña solo temblaba ligeramente, levantando el rostro para mirar a su hermano, esperanzada en que le dijeran que todo iba a estar bien.

— Yo... — el pequeño no sabía que contestar, por lo que sin poder evitarlo comenzó a llorar también. — No lo sé... — y la sujetó fuertemente, incapaz de controlar el dolor que poco a poco había intentado detener de su corazón. — ¡No lo sé! — gritó, desgarrándose la garganta, sollozando y comenzando a gritar por ayuda, no quería ver su hermana morir, no quería ver a su padre morir, él no quería morir.

Fuera de la celda cuadrada los culpables se encontraban mirando con cierta curiosidad como la máquina que ellos habían bautizado "Miguel Ángel" comenzaba a trabajar, era la primera prueba que hacían y tenían esperanza, esperanza de encontrar por fin la "cura" para la falta de sentimientos. La maquinaria comenzó a andar, se escuchaban ruidos metálicos, piezas funcionando, cosas moviéndose. Todos los presenten se encontraban fascinados por como la maquina parecía de verdad funcionar, el movimiento de la capsula en la que se encontraban los "sujetos de prueba" parecía moverse, también como una extraña energía pasaba por los tubos que se conectaban a sus cabezas y cuerpos, de verdad estaba funcionando.

— Utilizaremos primero a Franco, si no sobrevive intenta con los niños...— ordenó Santiago al hombre que se encontraba controlando la maquinaria, este asintió, moviéndose en dirección a otros controles y otra pantalla, en la cual podía verse a Rubén, Natalia y su papá. Rápidamente el hombre tomó unas palancas, las cuales comenzó a mover, en la pantalla se veía como unas pinzas metálicas salían de entre las paredes del cuadrado metálico donde el pequeño Rubén se encontraba preso, podía verse como los niños gritaban, sujetándose con fuerza de su padre aún inconsciente, con un movimiento brusco una de las pinzas tomó el cuerpo de Franco mientras que la otra sujetaba a los niños, estos seguían llorando, clamando porque dejaran a su padre en paz. Santiago miraba con odio a la pantalla, ciego del dolor de la traición que había sufrido por culpa de aquel que había considerado su amigo, quería verlo sufrir, igual que había sufrido Fabiola.

El hombre de la maquinaria rápidamente presionó un botón, viéndose en la pantalla como otro extraño aparato salía esta vez del techo del cuadrado, era una especie de exoesqueleto con varios tubos alrededor del mismo, siendo coronado en la cima con un casco bastante extraño, el hombre volvió a tomar el control de las pinzas y colocó a Franco frente al exoesqueleto, este rápidamente detecto la presencia del hombre y se sujetó a su espalda, enterrándose en su piel, conectado a su vez los cables que poseía por todo su cuerpo, colocando por último el casco sobre su cabeza.

Utopía, el inicio del camino: Cuervos -Fanfic Gay- [WIGETTA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora