Capitulo diez: Indiferencia.

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Capitulo diez: Indiferencia.

Volvía a estar en aquella habitación oscura y amplia... los gritos se escuchaban frescos, como si de verdad estuviesen ocurriendo y sentía las heridas en sus manos como yagas. Jamás se había cortado de aquella forma estando en ese grupo, pero seguramente, aquellas heridas eran de alguien que había matado.

¿Cuánta sangre no había corrido por sus manos? Sus ojos fijos, fijos y sin emoción alguna que le felicitaban cuando terminaba algún trabajo. El siempre le decía que había hecho las cosas bien mientras le daba unas cuantas palmaditas ¿Acaso no tenia los mismos dones que Lizzie? ¿Acaso no le había manipulado millones de veces para que hiciera algo? Era débil, bastante.

"No importa lo que hagamos, seguimos llenos de maldad"

Recordaba el rostro de un hombre de unos veinte años que le pedía clemencia mientras ella quitaba el seguro del gatillo para plantarle un lindo hoyo en la frente. ¿El también había tenido hijos? ¿Esposa? Quizá el necesitaba llevar esos medicamentos a su pequeña hija y ahora estaba muerto. Ella lo había matado.

Philip solía susurrarle un animado Hazlo cuando ella no tenia mas deseos de seguir torturando gente. Nunca los tuvo, pero el siempre tenía excusas de mas para exigirle lo mismo, siempre ella terminaba con sangre en sus manos y aquella sonrisa vacía mientras él le guiñaba un ojo.

Había sido una máquina de matar, ¿Para qué negarlo? A Diario escuchaba los gritos de clemencia de sus víctimas mientras suplicaban piedad. Se lo merecía.

Merecía vivir en miseria y haber perdido a su familia.

Llego un momento donde ella ya no toleraba tener que matar gente para sobrevivir, donde el hecho de mantenerse viva le importaba poco. Esa tarde, tomo a Dara en brazos mientras apuraba a su madre para que guardase todo. Pero la situación empeoro y comenzaron los problemas, los jodidos problemas.

Las amenazas llegaron y cuando ella se negó, cuando ella deseaba parar con todo...era tarde.

Despertó golpeándose la frente contra el vidrio del auto. ¿Cuánto llevaba dormida? Aun era de día y seguramente no habían pasado más de dos horas.

Se incorporo más pálida que la leche y noto que Daryl le veía por el espejo retrovisor con molestia.

El había accedido a llevarla cuando no tuvo opción y se había dedicado a ignorarla todo el camino soltando gruñidos cuando sabia que Jessica lo veía. A veces, ella sentía que le estorbaba, era como si se arrepintiera de haberle salvado, o simplemente como si deseara dejarle de lado.

Jessica había entrado al pabellón A para despedirse de Hershel y echarle una ojeada a Lizzie, que decía estar enferma. Jodida mentira.

El arquero, por otra parte, había entrado al pabellón A para hablar con las personas enfermas en susurros y gruñidos que no duraban mucho por el corto tiempo, pero aquello dejo sin palabras a Jessica.

Ella no había tenido tiempo para llorar o preocuparse por la gente en el pabellón A, había estado ocupada en sí misma y no solía hablar con nadie a parte de Rick, Hershel o Daryl.

Ahora que lo pensaba, se había cerrado mucho.

-No vuelvas a dormir. Si necesitamos correr, te necesito despierta y atenta. – Ordeno Daryl.

Jessica asintió viéndole rápido por el espejo retrovisor. Vaya, al menos aquello era un avance para ambos.

-La facultad de veterinaria – Murmuro Jessica saboreando las palabras. – Antes, mi anterior grupo quería entrar ahí.

Daryl Dixon, el arquero. #PTWD2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora