Capitulo quince: Solos.

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Capitulo quince: Solos.

Había encontrado un pequeño arrollo hace dos días y aquello fue lo mejor que le pudo haber pasado en su maldita existencia.

Cuando despertó arriba de ese árbol, extrañamente, el único gruñido que escuchaba era proveniente de la cabeza de Hershel, pero no de los caminantes debajo de árbol. Posiblemente los mordedores se hubiesen encontrado con un platillo más factible: Un sobreviviente desafortunado o alguno de esos malditos soldados de Philip.

Sin embargo, dudaba tener tanta suerte.

Jessica había bajado con cautela del árbol aun con la cabeza de Hershel gruñendo de impaciencia dentro de la maleta. Sus gruñidos irracionales le molestaban, deseaba que dijese algo coherente y dejase de buscar algo que comer dentro de la bolsa... ¿Dónde estaba el Hershel de siempre?

Camino un par de horas sin un destino exacto. No había un patrón en las huellas de los caminantes que mostraran un comportamiento extraño, tal parecía que se había salvado de los pelos de manera inexplicable.

Cuando el estomago comenzó a dolerle de hambre y su lengua estaba totalmente seca, escucho el sonido armónico del agua chocando piedra contra piedra en un golpe de suerte para su patético aspecto y su insaciable sed.

Aquello se trataba de un arroyo con agua cristalina y jodidamente helada. Estaba rodeado de arboles bastante frondosos como para ser notada a simple vista si es que alguien se acercaba a quitarle sus pertenencias. No era mucho, de hecho, comparado con la prisión...no era absolutamente nada.

Pero por ahora ese sería su refugio y su única esperanza de sobrevivir sin un arma para defenderse.

Se había bañado como probablemente jamás en su vida mientras observaba como el agua que estaba donde ella se tenía de gris rojizo y después regresaba a ser cristalina. Seguramente era un asco igual que cuando llego a la prisión, pero quizá ahora lo era más.

Cuando había terminado su baño, comenzó a instalar pequeñas trampas alrededor con maleza y ramas para atrapar algo de comida, también se fabrico un improvisado refugio dentro del tronco de un árbol hueco para dormir y, no muy lejos, encendió una fogata cavando un agujero para que, así, fuese menos probable que fuera visible para personas y caminantes.

Se lo estaba llevando muy bien para ser su segundo día en el campamento.

Intentaba mantenerse la mayoría del tiempo ocupada para evitar pensar en la prisión y Philip, había abierto ya la maleta que tomo encontrándose con dos pistolas de siete balas, una botella de agua vacía y un cuchillo no muy comprometedor junto con una miserable lata de sopa. También había sacado de la bolsa la cabeza de Hershel.

Ahora esta se encontraba fuera de su tronco en una posición de descanso bastante rara para un mordedor. Era raro, parecía haberse acostumbrado a que Jessica no se dejaría morder por él, y mucho menos le daría comida; ahora estaba tan quieto como una piedra, solo parpadeaba de vez en vez.

Tenía catorce balas. No debía gastarlas en tonterías.

Jessica vio a Hershel desde la orilla del lago con seriedad, parecía fuera de si desde que había subido a aquel árbol. Dos días sintiéndose como si Hershel y ella fuesen el mismo monstruo ahora.

-Deja de verme, ¿Quieres? - Pidió entre dientes ante la fría mirada de Hershel.

Los ojos del anciano siempre habían sido azules claros, tan claros como su alma. Sin embargo, ahora estaban en un color más oscuro...sus ojos estaban inyectados en sangre y sus pupilas eran un par de túneles profundos y tenebrosos.

Daryl Dixon, el arquero. #PTWD2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora