Capítulo 1

3.3K 174 18
                                    

No, no, no y no. No podía volverme a ocurrir. Otra vez perdía lapista. Todos los lunes, jueves y sábados me los pasaba en labibliotecas más antiguas, grandes o pequeñas de todo el estado deNueva York, intentado buscar sobre lo que había en el exterior.Incluso me había intentado meter en los archivos de la N.A.S.A., sinresultado alguno, obviamente.

Estaba harta de las falsas pistas proporcionadas por frikis de losaliens, star treck o de idiotas queriendo llamar la atención. Todasy cada una de ellas me llevaban a algún punto fuera de lo común osin sentido. No podía aguantar más.

Sabía que era de otro planeta. No lo recordaba del todo bien,pero ahí estaban aquellos flácidos recuerdos. Y aún más, teníatelequinesia. Eso sí que no era de otro planeta, aquel extrañopoder que me permitía coger objetos distanciados de mi. ¿Pero porqué el destino no me daba la oportunidad de saber quien soy? ¿Desaber de dónde vengo?

Desistí. Nunca encontraría mi origen. No con unas fuentes tanescasas y poco fiables como las que tenía. Nunca sabría de dondeprocedo. Incluso después de todo mi esfuerzo. No solo cultural, sinotambién científico. A pesar de haberme graduado con matrícula dehonor en un doble grado de física quántica y química avanzada noconseguí que me inscribieran en la N.A.S.A..


Iba por la calle, mirando a mis pies. La decepción ahogaba mi ser en un vaso de desesperación. Nunca saldría de este agujero llamado Tierra, de esta galaxia no correspondida. En aquel momento, un atisbo de esperanza se cernió sobre mi soledad. Miré al cielo y reconocí una preciosa estrella fugaz sobre el perfecto cielo estrellado. Quizá... quizá debiese olvidarme de todos mis recuerdos, quizá debiese aceptar mi futuro y vivir aquí, encontrar un amante y...

No, aquello no era una estrella fugaz. Corrí y corrí hacia el descampado hacia donde aquel objeto no identificado había volado. ¡Qué estúpido por mi parte pensar que podría olvidar toda aquella parafernalia! Mi motivo existencial por aquel entonces era la mera búsqueda de información. Una parte de mi que no podía evitar el buscar y saber, el encontrar y aprender, esa era yo, quizá la persona más curiosa de toda mi ciudad.

Cuando llegué, una gran esperanza me abordó. Aquel descampado era enorme y, aunque estaba alejado del centro de la ciudad, durante el día estaba lleno pero durante la noche, ni un alma recorría aquellos parajes. Exceptuando el día de hoy, claramente. Por fin, aquello que esperaba tanto se hizo realidad. Una gran nave, ocupaba casi todo el espacio céntrico del descampado.

Aunque tenía que ir atenta, ya que no sabía si los habitantes de esta serían amigos o enemigos.

La puerta daba señales de abrirse debido a un molesto ruido. Aproveché para esconderme tras uno de los contenedores que encontré. Atenta, observé.

Un hombre mayor, entrado en años, de la misma forma humana a la que estaba acostumbrada, salió de la nave seguido de un extraño oso enorme y peludo el cual cargaba una escopeta. Miré el reloj, las 4.45 a.m., la hora perfecta para no ser descubiertos.

Pero algo en ellos me llamó la atención. Parecían sorprendidos ante aquel panorama. Como si nunca antes hubieran estado aquí.

--Mira Chewbacca, que raro sistema. ¡Creo que hemos descubierto un nuevo planeta! Es imposible que las coordenadas que hemos seguido sean correctas.--comentó el hombre en un idioma que no era terrícola pero que a su vez no tuve problemas en entender.

El oso gigante solo emitió un sonido gutural el cual no duró más de dos segundos. Menuda respuesta. Pensé irónica.

Pero entonces aquellos extraños empezaron a andar. Sin pensar en la hora, o en el posible peligro, empecé a seguirlos.



Star Wars Episodio VII: Un amor oscuro (Kylo Ren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora