Tú puedes ser mí chica ideal. | Nash Grier. |

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— Dos palabras: Bella y ardiente.

La voz de Cameron, el idiota sexy de mi mejor amigo, llega a mis oídos. Me volteo hacia él, para interpretar sus palabras y comprender de quién se trataría esta noche su cacería.

El moreno le da un trago largo a la bebida entre sus manos y después relame sus labios, sin despegar la vista de su nueva conquista.

Giro mi cabeza hacia la dirección en que veía y me encuentro con una rubia, ligeramente alta, con un vestido ceñido al cuerpo que hacía resaltar sus más grandes atributos y qué, para mi sorpresa, lo está mirando de la misma manera.

— ¿Por qué tienes que lucir como un psicópata al momento de buscar a tus conquistas?  — cuestiono con pesar. La verdad es que daba mucho miedo el modo en que miraba a las chicas.

Algunas veces me he cuestionado a mi misma, si en algún momento llegó a mirarme así antes de conocerme, antes de convertirse en mi mejor amigo. Ese pensamiento me congela la sangre. Es perturbador.

— ¿Por qué no puedes ser un chico normal? — hago el segundo cuestionamiento de la noche. Él parece no escucharme. — No es tan bonita, en realidad — murmuro mientras me encojo de hombros levemente.

Miro al muchacho a mi lado y niego. Este se le ha quedado mirando fijamente a la misma rubia de hace unos segundos. Río ante la expresiones que hace, sé muy bien que es lo que está pensando. Es desagradable.

Miro en dirección a la oxigenada y me percato de que esta ya no lo estar mirando. Ahora pide su bebida y juega con su cabello. Uh, ha iniciado el típico juego del coqueteo indirecto, y vaya que indirecto.

— Tienes razón, no es bonita. Es hermosa — después de unos segundos, parece reaccionar y contestarme. — Iré a hablar con ella — termina de beber el líquido que había en su vaso y entonces sonríe fresco.

Se levanta del asiento en el que estaba y comienza a moverse con su objetivo en la mira. Era un excelente amigo. Una vez más, se ha preocupado por mi vida amorosa y se ha alejado, dejandome sola para así permitir que otros muchachos se me acercaran. Que ironía.

»Por supuesto que sí.

El club está lleno de personas. Unas bailan, otras beben, otras simplemente buscan a alguien para pasar una buena noche y luego, estoy yo.

El aburrido sentimiento de estar sin nada que hacer es reemplazado de inmediato por la leve sensación de que un ajeno a mí, estaba mirándome. Un escalofrío recorre mi espina dorsal.

Era incómodo y frustrante, ya que no sabía de quién se trataba, hasta que me muevo un poco y paso mi mirada al lado del salón que había estado detrás de mi espalda todo este tiempo.

Hay una mesa llena. Son cuatro chicos, todos se encuentran conversando con entretenimiento a excepción de uno. Justo ése me está mirando fijamente.

Sus ojos son azules, está un poco despeinado, pero parece no querer quitar su vista de mí o de mi cuerpo.

A él nunca le enseñaron discreción.

Devuelvo la vista ahora hacia donde se suponía que iría Cameron hace unos segundos, pero, no lo encuentro. Río para mis adentros y niego.

— Maldito suertudo.

De seguro estaba teniendo su momento de gloria con la oxigenada. Siempre sabía usar sus descarados encantos para atrapar a las mujeres.

Suspiré largamente y decidí quedarme en la barra por un rato más, no tenía ánimos de bailar. Tal vez pediría otro trago más y me regresaría a casa, cero diversión para mí hoy.

One Shoots ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora