Siempre seré tuya. | Nate Maloley. |

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Damn mommy. Eso estuvo realmente bueno — murmuro, después de haber normalizado mi respiración.

— Si, supongo que fue unos de los buenos polvos que tenemos, Maloley.

Oigo a mi chica hablar, mientras se sienta en la cama sobre la que estábamos y comienza a ponerse algo de su ropa. Frunzo el ceño e imito su acción.

— ¿A dónde vas? — pregunto mientras doy pequeños besos en su cuello, sé que le encanta que haga eso.

— Nate, para — un susurro sale de su boca, pero no me muevo en cambio, sigo besándola.

— Te juro que si no paras, me harás cambiar de opinión y me quedaré y sé que si me quedo, en esto consistirá todo el día. Sabes muy bien que no puedo, amor.

Murmura con diversión al inicio pero después al finalizar, se torna levemente seria. Y yo sabía el porqué.

— El que te quedes conmigo, siempre será mi objetivo — respondo y esta vez muerdo lentamente su cuello, marcando mi territorio.

— ¿Estás marcando territorio? — cuestiona con diversión en su voz. Yo respondo con un leve »mjú« y entonces ella ríe.

— Tú tienes que ser solo mía, pequeña.

Dejo besos húmedos en su cuello y comienza así mi recorrido por sus clavículas y hombros. Mi castaña solo suspira, sé que la tengo encantada.

— Tienes que entender qué, siempre seré tuya. — se gira hacia mí y me sonríe. Cuanto la amo.

Isabella, mi chica, gatea un poco hasta mí y se sienta en mi regazo. Toma mi rostro entre sus manos y acaricia mis mejillas con sus pulgares. Sonríe y se acerca para besarme.

Dirijo mis manos hasta su cintura, sobre el elástico de sus bragas, las dejo allí y muerdo uno de sus labios. Toda ella me encanta.

Ahora, nuestra burbuja sentimental parece romperse cuando el sonido de su celular anunciando una llamada entrante, hace eco en nuestra habitación.

Me quejo y hablo sobre sus labios. — No contestes, estás ocupada ahora — Ella niega con pesar y se levanta a contestar.

Suspiro frustrado mientras que me recuesto de nuevo y la veo alejarse un poco para hablar.

— De acuerdo. Está bien, ahí nos veremos. — es lo último que murmura  y termina de hablar. Suspira y entonces se mueve hacia mi lado.

Puedo notar de inmediato que no le agradó la llamada y me siento impotente, porque yo sé quien fue el emisor.

— Se trata de Kyle otra vez, ¿no es así? — cuestiono y ella asiente sin emitir alguna palabra.

Lo sabía. Kyle era su novio, bueno, pronto ex-novio.

— Sé que me lo has explicado unas cien veces, pero no logro entender como es que sigues a su lado. No eres feliz, Isabella.

Añado mis palabras a nuestra conversación y la oigo suspirar con pesadez, mientras vuelve a la cama. Mi castaña reposa su cuerpo sobre la cama y esconde su rostro entre las almohadas.

— No es fácil, Nate. Estoy con él, no porque lo ame, si no por mis padres y su patético estatus social — su rostro emerge solo un poco de las almohadas y miro en sus ojos la tristeza.

Comienzo a trazar círculos en su espalda desnuda, sé que siente frustrada y no la culpo.

Sus padres no la quieren conmigo.

Según ellos, yo debería dejar de existir en su mundo dorado.

Pero así no era.

— Preciosa, no quiero que estés triste. No por ese maldito niño de mami — murmuro con cautela y ella ríe. Esta vez se gira por completo y me permite admirar sus ojos color caramelo.

— Siempre sabes como hacerme reír — responde mientras me abraza y se acurruca en mi cuello.

— Te amo, Isabella. Nunca lo olvides — susurro suavemente en su oído y puedo sentir como se estremece bajo mi cuerpo. — Vamos a solucionar esto y seremos felices, sin nadie en el camino.

— Yo te amo, más Nate — añade antes de quedarse dormida junto a mí. — Gracias, por tanto.

A la mierda el niño rico de mami.
A la mierda el incoherente estatus social.

↔ ↔ ↔

[O.S corregido].

One Shoots ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora