Feliz primer aniversario mi bebé. | Aaron Carpenter. |

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— ¿Emocionada? — escucho la voz de mi sexi novio a mí lado.

— Muchísimo, pero... ¿Falta mucho para llegar? — pregunto jugando con mis dedos. Lo oigo reír, entonces entiendo que no.

Dejenme explicarles mejor, que era lo que se suponía que hacíamos.

Hoy, era nuestro primer aniversario, juntos. Osea que con exactitud, hace un año ya desde que Aaron y yo nos habíamos hecho novios, formalmente. Osea qué, hace un año yo había aceptado formalmente al idiota por el que estuve mucho tiempo babeando. Sí, porque en realidad lo estaba/estuve, aunque a éstas alturas, aún siga babeandome por él, de una manera poco convencional. Pero en fin, eso no es lo que deseo contar.

Retomando el tema; Aaron pensó en que sería una buena idea celebrarlo dándome una sorpresa.

Antes que todo, odio las sorpresas.

¿Por qué? Bueno, porque no soporto la idea de que alguien sepa que es lo me darán, o a dónde me llevarán, o si quiera que es lo que harán para mí. Por esos simples hechos es que las detesto.

Claro, pero las cosas son diferentes cuando yo soy la que las planea. Ya lo sé, no hace falta que me recuerden que soy rara.

Se supone que las odio, pero amo darlas. Figurate .

Volviendo al tema por enésima vez; como planeaba darme una sorpresa, ahora mismo me encontraba en el asiento del copiloto del auto de mi bello, radiante y galante novio, con una venda color crema, en mi rostro. Asegurando así el no poder ver nada.

Y nada, significa: Nada de luz, aunque particularmente hubiésemos salido de noche, nada de la carretera, con decirte que ni siquiera podía mirar mis manos, osea. Así qué, prácticamente era eso lo estaba pasando.

Solté un alargado suspiro. — Con tu risa me has dicho todo. — hice una mueca, y luego nuevamente lo escuché reír.

— ¿Puedes calmarte un rato, Maya? — me habló mientras que la diversión aún estaba en su voz. — Tú tranquila y yo preocupado. — lo sentí moverse hasta mí, y luego sus labios se posaron en los míos por un cortísimo instante. — Casi llegamos, tenlo por seguro. — volvió a hablarme antes de separarse de mí.

Asenti con torpeza y me resigne en mí lugar. No podía seguir alterada, así que simplemente intenté relajar cada fibra de mí cuerpo, buscando así, mí paz interna.

Siguió conduciendo con tranquilidad durante unos escasos diez minutos y entonces fue cuando el auto se detuvo. Sonreí feliz, no podría haber aguantado mucho más. La curiosidad me carcomía.

Aaron se bajó del auto, cerrando la puerta detrás de él y luego fue de inmediato a mí puerta, para así abrirla y ayudarme a salir.

— Te dije que estábamos por llegar.

Tomó una de mis manos, y bajé torpemente con su ayuda.

— Bien, bien.

Él rió por lo bajo y me tomó de la cintura.

— ¿Puedes quitarme ya la venda? — pregunté con ansiedad. Él se acercó a mí oreja y me susurró un leve No que hizo que mí ansiedad se desbordara por completo.

—¡Vamos! Llevo más de una hora ciega, literalmente. Cosa que me ha hecho caer en la maldita ansiedad. — me quejé, cruzandome de brazos. — Claro, exceptuando los últimos diez minutos en que logré permanecer en tranquilidad, pensando en que llegaríamos pronto. —  me volví a quejar, mientras que él se río a mi lado. — No risas Carpenter, mira que deberías de agradecerme por haberte dejado conducir con tranquila libertad — comenzamos a caminar, y yo pues, yo con su ayuda.

— Mira nada más ese ego que me gasto. — habló mientras que seguía conduciendome quién sabía por dónde. Yo me reí y negué mientras que cruzaba los dedos para no perder el equilibrio sobre estos tacones de aguja y así, caerme.

— Te gastas a toda una ególatra, bebé. — continúe con el tema del ego y ésta vez, los dos reímos.

— Si que sí. Ya sabes, las ególatras son mi tipo. — murmuró él riendo. Estábamos en modo broma, y ya no me importaba nada, porque cuando reíamos juntos, era aislarnos del mundo exterior.

— Mira y, ¿por qué no vienes y le das un besito a tu novia la ególatra? Aprovechando eso de que las ególatras son tu tipo. — susurré después de que finalmente nos habíamos detenido.

Soltó mi mano y después, sus manos acudieron a mi cintura, pegandome así, de él. Sonreí, sabía que él lo estaba haciendo también, así que solo esperé sentir sus labios sobre los míos.

Sentí su aliento a menta chocar contra mis labios, y luego sentí una fina sonrisa sobre los míos. No me estaba besando, solamente estaba allí, fijiendo saber que no me torturaba, pero la verdad es que si lo hacía. Delineó mis labios, con su lengua y luego finalmente me besó durante unos instantes que me parecieron centenares de siglos.

Nos separamos ya en busca de aire, y fue cuando cuidadosamente bajó hasta mis pies y delicadamente, quitó uno por uno los tacones de aguja que traía; dejandome totalmente descalza, permitiéndome así sentir el suelo de dónde estábamos; arena húmeda y fría; sonreí. Estábamos en la playa.

La venda por fin se había ido de mi rostro y entonces pude admirar el bello paisaje. Si que estábamos en la playa.

— ¡El mar! — grité con emoción y salí corriendo hasta la orilla del mismo. Sí, corrí como si fuese una niña emocionada por ver una muñeca encantadora en la repisa de una juguetería. No podía evitarlo, me encantaba muchísimo.

— Logras que te ame más cuando me traes a mis lugares favoritos. — inhale y exhale el aire que hacía en ese momento, sintiéndome libre, de todo. El mar no tardó en abrazar una parte de mis piernas y después, abrazarme por completo gracias al oleaje que había.

— ¿Cena para dos? — Aaron habló detrás de mí y al yo girarme me encontré con una pequeña manta sobre la arena, con comida, vino tinto, dos copas y un pequeño pero bonito y sofisticado ramo de flores.

Le sonreí y me acerqué a él para abarazarlo. Era el mejor.

Después de separarme de él, asenti sonriente. — Cena para dos, galante caballero. — tomé su mano y nos dirigimos juntos hasta la manta, donde posteriormente tomamos asiento.

Cenamos una muy buena comida, bebimos vino tinto en copas de cristal, reímos en compañía, recordamos nuestra primera cita y las que le siguieron y luego Aaron nuevamente volvió a confesarme su amor hacía mí.

Quedé encantada por sus palabras, me conmovió oírlo hablar tan bonito de mí, así que terminé llorando de felicidad, como siempre solía hacerlo. Él entrelazó nuestras manos y suspiró mirando hacia el mar, había una calma perfecta.

Yo me encontraba acostada entre sus piernas, con mí cabeza en su pecho, mientras que él estaba sentado, sosteniendome y a nuestras manos unidas. Yo también miraba hacia la tenue línea que bordeaba el mar, más allá de todo.

Momentos así, eran los que en verdad me hacían reconocer que estar con él lo valía todo, porque él era el constante motivo de mí felicidad.

— Feliz primer aniversario, preciosa. — susurró a mí oído, mientras que sonreía. Alcé un poco mi cabeza para mirarlo mejor y entonces sonreí aún más. — Feliz primer aniversario mi bebé. — le susurré antes de acercarme a su rostro, para así finalizar lo que sería el comienzo de toda una noche, con un beso profundo, que no carecía de amor, puesto a que lo tenía todo, absolutamente todo.

Yo tenía todo, sí Aaron Carpenter estaba conmigo.

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Hi babysss.
Vengo rapidito a dejarles éste bello shoot que me surgió así de la nada. 🙈😌
Espero que lo hayan disfrutado y que se hayan derretido de amor🙏💙💘 Las amo demasiado.

— Con amor, Rosie✨.

[O.S corregido].

One Shoots ©.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora