Al día siguiente desperté temprano por mi cuenta, mientras Nate seguía durmiendo. Decidí aprovechar el tiempo aseándome, y fue entonces, mientras me desvestía con total naturalidad, cuando caí en la cuenta de lo mucho que me había acostumbrado a esta vida.
Hasta hace no mucho tiempo había estado en la ciudad, siendo libre... los recuerdos de cómo vivía antes de todo esto me inundaron. Lo que había tenido que más se asemejaba a un hogar era un depósito abandonado donde dormía, y la verdad era que estaba muy sola: mi padre había muerto en un accidente automovilístico hace muchos años, y mi madre nunca se había recuperado de esto. En cuanto mi hermana y yo fuimos mayores de edad y ella ya no tuvo que cuidarnos legalmente, se fue de "viaje" lejos y nunca volvió; supongo que no quería estar cerca de nada que le recordara al gran amor de su vida, y eso nos incluía.
Con mi hermana casi no hablábamos. Ella era normal, y sabía que, aunque nunca me lo había dicho explícitamente, le desagradaba enormemente lo que era, me creía un monstruo... y tenía razón. A medida que crecíamos nos habíamos vuelto cada vez más lejanas. Una tristeza me embargó, bajando por mi cuerpo y concentrándose en mi pecho:
Lo más probable es que nadie supiera que había desaparecido.
Ni una sola pestaña en el mundo se había batido tras mi secuestro, ¿era posible que mi vida fuera tan insignificante?
Quizás, sólo quizás...descontando el hecho de cómo me trataban, estaba mejor en La Zona. Aquí tenía gente que me apreciaba, y que sin duda notarían si de un momento a otro desapareciera. A lo mejor no era tan malo como me lo representaba.
Este pensamiento lúgubre y curioso se mantuvo conmigo la mayor parte del día, hasta que me di cuenta de algo.
¿Realmente estaba considerando que estaba mejor aquí, encerrada y privada de mi libertad? ¿Es que este lugar me estaba lavando el cerebro con el pasar de los días?
Esta realización avivó la chispa en mi interior, y decidí que ya no esperaría más.
Estábamos en este momento los tres en el Patio, y con Nate teníamos el acuerdo tácito de actuar como si nada hubiera pasado entre nosotros, por lo que hablábamos de temas triviales. En determinado momento los guié a un rincón donde pudiéramos estar solos y hablé con seriedad.
-Chicos... necesito hablarles de algo.
Una nota de alarma se reflejó en los ojos grises de Nate, y ladeó su cabeza ligeramente.
-¿Qué sucede?- preguntó.
-Bueno...durante las pruebas que me estuvieron haciendo lograron que fuera capaz de transformarme a voluntad, cuando quiera... -empecé, atenta a sus reacciones.
Debbie me miraba expectante, sin ver a dónde quería llegar.
-No pienso quedarme aquí indefinidamente -continué- así que tengo planeado trazar un plan de escape. -esto se lo decía principalmente a mi amiga, ya que Nate sabía de mi objetivo -Me parece que sería mejor que ustedes formaran parte de esto, ya que aumentaría las posibilidades de que podamos salir.
Debb frunció el ceño y negó con la cabeza.
-Val, es algo demasiado peligroso, por no mencionar prácticamente imposible. Si nos atraparan terminaríamos muy mal, créeme.
-Pero si no nos atrapan, terminaríamos muy bien -repuso Nate, mirándola- el tren se irá con o sin ti de cualquier manera, pero sería mejor que te subieras -luego de decir esto me miró a mi- ¿Ya tienes alguna idea?
-Bueno, sopesé las posibles salidas, y me pareció que esta era la mejor -dije, señalando el techo enrejado.
Él lo miró, cavilando las posibilidades, mientras yo continuaba:
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La Zona
WerewolfQuerían encerrarnos, a todos quienes fuéramos distintos, tenernos como sus ratas de laboratorio. Pero no contaban con que nos uniríamos, con lazos de amor, traición, amistad, todo en torno a una sola idea: escapar.