-No creo que alguna vez me acostumbre a tanto espacio -comentó Nate, con su corto cabello negro revolviéndose en el viento -es decir, ¿cómo resisten normalmente las ganas de irse a recorrer todo el mundo, sin barrotes que se lo impidan?
Sonreí levemente, apoyándome contra su hombro.
Estábamos en el techo de un edificio, sentados en el borde; para admirar de la mejor forma el gran paisaje que se presentaba a nuestro alrededor. Los rascacielos y los árboles, los autos, las luces y la música provenientes de locales abajo. Y el cielo ya no estaba interrumpido por cuadrículas de metal, ahora se mostraba tan amplio como era, teñido de azul oscuro y con millones de estrellas brillándole a la enorme luna.
No sabía como responder a su pregunta, de modo que me limité a decir:
-¿Es mejor que tu foto, no?
-Mil veces mejor -concordó, estrechándome.
Su personalidad de la que me había enamorado se mantenía, pero ahora había algo más en él, un brillo especial que se había instalado en sus ojos desde el momento en que habíamos dejado La Zona. Aunque aún no había podido descifrar del todo qué era exactamente.
Había pasado casi un mes de que dejáramos esa prisión. Qué perdidos habíamos estado esa noche, una vez que nos guie alejándonos por los tejados, con Nate en mi lomo. "Qué divertido es cabalgar hombres lobo" había dicho, ese recuerdo me hizo sonreír. Éramos libres, sí, pero no teníamos un lugar al cual llamar hogar, ni dinero, ni familia...
Aunque bueno, esa última parte no era del todo cierta. Tenía a mi hermana, Lucy, pero... no sabía si ella nos aceptaría.
Aún así, a falta de cualquier otra opción, nuestras pisadas nos llevaron inevitablemente a su casa. Se había mostrado bastante consternada ante toda la historia, pero al final nos había dejado quedarnos por unos días. Y esos días se volvieron semanas, hasta ahora.
Ella se llevaba bien con Nate (milagrosamente), y siempre y cuando yo no trajera a la conversación el tema de los sobrenatural podíamos hablar y reír, de modo que finalmente sentía que tenía a mi hermana de vuelta.
Por otro lado, había sido difícil superar la muerte de Debbie, una vez que me había dado tiempo para llorarla, cuando el peligro inmediato hubo pasado. Pero con ellos dos a mi lado empezaba a seguir adelante, quizás era lo que ella hubiese querido, siempre había sido tan generosa...
Y después estaba el problema de La Zona. Al principio no sabíamos si vendrían a buscarnos, pero con el pasar del tiempo, sin tener señal alguna de ellos, empezábamos a bajar la guardia más y más, de a poco. Aún así no olvidaría, no apartaría completamente de mis pensamientos aquel edificio que estaba a una ciudad de distancia, pero que aún lo sentía como si estuviera en cada esquina.
-Hey, hay algo que nunca te dije... -la voz de Nate me devolvió al presente, y lo miré.
-Gracias -musitó, lo cual me sorprendió. No era una palabra que él dijera a menudo...de hecho creo que nunca había escuchado que se la dijera a nadie. Y aún así la sinceridad destilaba de su tono.
-Lo hicimos juntos -repliqué, rodeando su cuello con los brazos y acercándome a sus labios.
Él me miró por unos segundos con una media sonrisa y luego atrapó mis labios para besarme.
Sonreí: había descubierto a qué se debía aquel brillo en su mirada. Quizás por primera vez en mucho tiempo era verdaderamente feliz... y yo también.
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La Zona
Про оборотнейQuerían encerrarnos, a todos quienes fuéramos distintos, tenernos como sus ratas de laboratorio. Pero no contaban con que nos uniríamos, con lazos de amor, traición, amistad, todo en torno a una sola idea: escapar.