Durante la comida no pude probar bocado, en parte por el nerviosismo y en parte porque después de haber comido filetes de nuevo, la masa pastosa que se hacía pasar por carne era intragable una vez más.
Cuando casi terminaba la hora de la cena intercambié una significativa mirada con Debbie que decía "suerte, ahora se decide todo", y una similar con Nate. Pude ver a Frost unas mesas más allá besar apasionadamente a Tiara para luego levantarse con gesto escudriñador y la vista clavada en el Guardia más cercano. Pronto Debb también se preparó: se alejó con paso intranquilo pero decidido hacia donde había más de ellos, entre el Rincón y las Estancias. Dos hombres fornidos -probablemente los que Frost había mencionado antes- se dividieron y se situaron uno junto a Frost y otro con mi amiga.
-Hora del espectáculo, novata -me dijo Nate, y junto con Tiara los tres nos incorporamos y empezamos a ir al Patio.
Cuando estuvimos allá respiré profundamente y me dispuse a escuchar con atención.
Primero, nada. El silencio era estresante en extremo.
Pero luego oí exclamaciones y los sonidos ahogados de una pelea, que siguieron a más gritos emocionados: habían empezado, y ahora era nuestro turno.
Dejé que Nate me izara por las ropas hasta el techo, y me prendí del alambrado. Fue una sensación muy peculiar, como volar, pero de un tirón.
Entonces me transformé por primera vez desde que podía hacerlo por voluntad, y tuve la satisfactoria sensación de control, era dueña de mi misma y tenía mi raciocinio humano combinado con la fuerza bestial. Se sentía fantástico.
Pero procuré concentrarme, y sin perder tiempo clavé las garras de mis patas traseras en el borde del gran muro y comencé a rasgar los tubos del techo con las delanteras. Era muy grueso y duro, las primeras estocadas no lograron nada y me desesperé. No te servirá de nada intentar escapar, aunque puedes probarlo y recibir unas cuantas descargas eléctricas a cambio, eso era lo que me había dicho Samantha aquel primer día.
Pero entonces, poco a poco, pude ver cómo el metal se raspaba y cedía lentamente, y el alivio recorrió mi cuerpo como un baño de agua cálida. Después cerré con fuerza mi mandíbula sobre el metal y apreté, para luego estirar con todas mis fuerzas unidas a la adrenalina otorgada por todo lo que estaba sucediendo. Tiara pronto estuvo junto a mí, sin poder hacer nada más que aferrarse para no caerse y observar; si intentaba ayudar sólo estorbaría, y lo sabía.
Aún así, con todos mis esfuerzos, no lo estaba consiguiendo. La boca me dolía y sangraba, y el tubo no se movía significativamente como para que alguien pudiera pasar por el espacio vacío que dejaba...pero seguí intentando. Noté por el rabillo del ojo a Debbie corriendo, se veía asustada, y poco después a Frost. Ambos estaban heridos y débiles, pero estaban. Como habían predicho, otros monstruos se habían unido y podía escuchar a la multitud luchando contra los Guardias.
Todos habían cumplido con su trabajo menos yo. Empecé a temblar, aunque no estaba segura de si era por miedo, ansiedad o por la fuerza ejercida...o quizás todo junto. Necesitaba que algo me ayudara, ¿pero qué?
La ira, eso era lo que me había hecho hacer tantas cosas terribles tiempo atrás, eran el combustible del lobo. Cerré los ojos e intenté pensar en Debbie, en los Guardias golpeándola e hiriéndola...ese pensamiento expandió furia por todo mi cuerpo, y sentí cómo el metal cedía un poco bajo mis músculos cubiertos por fuerzas renovadas. Funcionaba.
Pensé en todo lo que odiaba, desde las cosas más pequeñas. A Tiara y Frost, a Samantha, al director y a todos los que me habían puesto aquí, a la Zona en general, a lo que le habían hecho a Nate, ¡hasta la carne enlatada! Cualquier cosa servía, y también ayudó. Sentía que vibraba de enloquecedora furia, y abrí el enrejado un poco más.
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La Zona
Hombres LoboQuerían encerrarnos, a todos quienes fuéramos distintos, tenernos como sus ratas de laboratorio. Pero no contaban con que nos uniríamos, con lazos de amor, traición, amistad, todo en torno a una sola idea: escapar.