La chica se sorprende de lo que dijo que se aleja un poco él. De todos los hombres con que estuvo, nunca le habían pedido algo así.
-Te obligaron a venir, ¿cierto? -interroga "Belén".
-Sí, es que mi ex novia me cortó hace unos días y ya sabes... básicamente me insistieron toda la semana, es más, no tenía idea de la existencia de éste lugar -le explica-. Perdón por hacer perder tu tiempo, la estarías pasando mejor.
-Oh, no, tranquilo, no me molesta -sonríe de costado-. Se supone que estoy al servicio de todo lo que los clientes me pidan.
-¿Querrás escuchar las penas de una persona que todos creen que su vida es perfecta? -pregunta irónicamente.
-Mírame -le ordena la chica y él le hace caso-. Veo en tus ojos que quieres decir algo a alguien pero no puedes por tal motivo, con gusto te escucho -dice comprensiva la chica, no le pareció una mala idea escuchar a alguien que realmente lo necesita.
-¿Me dirás tu nombre?
-Eso no -comienzan a reír los dos-. ¿Me dirás el tuyo?
-Me llamo Rubén pero todos me conocen como Rubius, así que dime así.
-Vale, Rubius -repite-. ¿Me dirás qué es lo que te está pasando? -pregunta con algo de preocupación.
-Primero debo conocer a la persona la cual escuchará mis problemas -sonríe pero ella no-. Por lo menos, miénteme. Dime que tuviste relaciones con Obama y que en otra vida fuiste el Papa, que sé yo -ahora ella suelta una carcajada.
Toda la hora y media que tenía con ella, las gastó hablando de ellos. Ella le contó algunas cosas básicas que no hacía falta mentir y otras cosas que sí, pero fueron pocas. Él también le comentó cosas suyas muy básicas, pero le tuvo que mentir de que trabajaba, no le iba a decir que es youtuber porque es mejor que no lo sepa, además ella no lo reconoció ni nada de eso, así que para Rubén fue mejor.
Mientras seguían hablando, suena un pitido de un aparato que estaba en la esquina superior de la pared donde estaba la puerta, indicando que el turno se había acabado.
-El turno termino, Rubius, ¿vendrás otro día?
-Lo más probable es que sí, aparte quiero seguir hablando contigo, eres muy buena gente -le sonríe.
-Gracias -le devuelve la sonrisa-. Nunca había hecho esto pero para todo hay una primera vez, ¿no?
-Por supuesto -se levantan los dos de la cama y Rubén se queda en quieto y en silencio por unos minutos-. ¿Puedo pedirte algo, Belén? -pregunta con cierta vergüenza.
-Dime.
-¿Puedes... hacerme un chupón o algo? -pregunta-. Es que mis amigos pensaran que no hice nada y la verdad es que no quería pero para que vean que "hice" -hace comillas- algo -ríe.
-Es que eres tonto -le dice con suficiente confianza, había tomado mucha en esa charla que tuvieron.
Hace lo que le indicó Rubén pero lo hace de manera suave, para que el chupón le quedé sólo por unas horas.
-Gracias -le agradece.
-De nada -finaliza y una notificación llega en el celular de ella, precisamente es un mensaje y de la recepcionista diciendo que los amigos de su cliente lo esperan-. Tus amigos te están esperando -le informa-. ¿Vamos?
Toman todas sus pertenencias y se van de ahí. Caminan por el largo pasillo, Rubén se lleva un par de piropos de las chicas que trabajaban ahí, al igual que "Belén", pero de los chicos. Llegan al final del pasillo y está el grupo de chicos esperando a su amigo.
-¡Rubius! -exclama Mangel-. ¿Cómo la has pasado?
-Bi-bien -tartamudea y en vez de sonreír, le sale una mueca.
-La pasamos de maravilla, es toda una máquina -comenta "Belén", obviamente mintiendo, para darle un beso en la mejilla. Notaba lo nervioso que estaba el chico cuando le preguntaron eso.
-Sí, claro, eso -ríe.
-Vale, ya nos vamos -informa Cheeto.
-Adiós -dicen todos despidiéndose de la chica.
-Adiós, los espero la semana que viene -se despide la chica.