La chica lo mira un poco confundida y lo único que hizo antes de que se vaya, es quedarse en la cama, sentada, totalmente quieta y arrepentida por haber tratado así al chico, de una manera tan brusca y fría. Por un momento, se le cruzo por la cabeza ir a corretearlo y pedirle perdón, pero no tuvo los suficientes cojones para hacerlo.
"Mira el vídeo", decía su subconsciente a cada rato.
Antes de comenzar a ver el vídeo, pone la llave en la cerradura para evitar que alguien entre, ya que quería estar sumamente concentrada en las palabras que iba a decir el chico. Saca su móvil, va directamente a YouTube y teclea lo que le dijo el chico. Efectivamente, el castaño tenía razón, era el primer vídeo que le salía.
El vídeo comienza con él, dando puñetazos al aire, acompañado de un "50 cosas sobre mí" y un sonido raro que hizo. Lo adelanta y se detiene cuando la postura del chico es diferente y su mirada sigue igual: está triste.
-Lo sé, es imposible contar todo lo que tengo en la cabeza, y todo lo que me ha pasado y todos los sentimientos que me han cambiado dentro de mí, después de que me haya pasado todo esto, pero... -hace una pausa- así es la vida, supongo. Pero bueno, lo que no voy a ser el típico famoso que llora por sus penas mentales mientras hay mil cosas en el mundo que están pasando y es eso -suspira-. Pero bueno, cada uno tiene su mundo, cada uno tiene sus problemas, lo entiendo -sonríe con los labios sellados, aunque fue más una mueca-. Así es la vida, así es la vida, así es la vida -finaliza y da una sonrisa totalmente artificial.
Y con eso basto para saber que Rubén la estaba pasando tremendamente mal, aunque ese vídeo sea de hace unos meses atrás. El vídeo seguía y lo que ella hizo fue tapar su boca con sus dedos y limitarse a mirar la mirada triste del chico.
Sus ojos reflejaban dolor y angustia. No podía soportar el simple hecho de haber tratado así a una persona totalmente increíble que lo único que quiere es hacer feliz a los demás aunque él no lo este. Él confío ciegamente en ella en contarle sus problemas y lo único que hizo ella fue echarle en cara todo lo mal que había hecho.
Lágrimas saladas y llenas de culpa caían por su mejilla para terminar en el suelo de la habitación. ¿En qué momento se puso a llorar?
-¡Mierda! -grita y golpea el suelo con mucha ira.
Le saca el seguro y sale de la habitación para dirigirse a recepción, sin importar toda la atención que recibía porque tenía los ojos rojos al igual que la nariz.
-¿Qué pasa? ¿Por qué esa cara? -pregunta Lola.
-Los chicos esos que vienen cada sábado, ¿ya se fueron?
-Sí, ¿por qué preguntas?
-¿Tienes el número o algo del más alto? Se llama Rubén
-Ah, sí, el encantador chico -sonríe y "Belén" alza una ceja-. Lo siento, no, no dejaron nada de información personal, lo siento, cariño.
-¿No puedes pedirle que llene un formulario o algo? -pregunta y la rubia plástica pero dentro de todo amable, nega con la cabeza-. Por favor, ¡dile que es una oferta por ser clientes exclusivos!
-Pensándolo bien, yo quiero el número del enanito -ríe-. Ésta bien, para la próxima que vengan, les digo, ¿sí? -le sonríe cálidamente.
-Muchas gracias, Martina -ahora ella es la de la sonrisa.
-Eh, que aquí no soy Martina -la regaña para luego reír.