Capítulo 23: Valentino Golucci

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Charlie POV

Estaba apoyada en la pared del pasillo escolar, tratando de hacer tiempo. Me vería con Dylan, quien estaba con Leo para charlar sobre quién-sabe-qué. Al parecer era algo importante para Leo y sus...asuntos. Cuando pregunté de que se trataba Dylan me susurró que Leo tendría que matarme si lo supiera.

Me reí de la broma pero luego divagué sobre el tema. La verdad, como seguramente he pensado antes, ese chico tiene un no sé qué. Lo podría ver en una película de El Padrino y encajaría perfectamente. Con un traje y ese aire de mafioso, siempre con su esencia sofisticada y misteriosa y su frase de "Eso se puede arreglar" seguida con una sonrisa.

Aclaré mi cabeza de mis ensoñaciones. Luego Dylan me explicaría la llamada de Leo y toda esa situación.

Leah se acercaba a mí. Y no iba sola, a su lado, un chico. Alto, de cabello negro y unos ojos muy celestes. No lo reconocía, no creía haberlo visto en mis clases.

—Hola, Charlie.—Leah dio una gran sonrisa—. Quiero presentarte a alguien. Este es Valentino Golucci. Valentino, ella es Charlotte Sheridan.

—Hola.—Dije levantado una ceja. Tendí mi mano hacia el chico frente mí.

Este, en vez de hacer lo usual, tomó mi mano y la llevó a sus labios, depositando un beso en ella.

Ciao, Charlie. Ere' toda una squisitezza.—Dijo. E inmediatamente supe que no era de aquí. Su voz era melosa y profunda.

—Valentino llegó de Italia y pasara un tiempo aquí de intercambio. El director Hollande me pidió que le dé la bienvenida.—Leah explicó una vez que Valentino soltó mi mano.

—Oh, bueno...—Dije lentamente—, bienvenido, entonces.

—Graciasa.—Respondió Valentino.

—Es gracias, Valentino.—Le corrigió Leah, pronunciado lentamente—. Gracias.

¡Oh, Leah! Perdono, este lingua todavía es difficile para me.

Esta bien, Valentino. Te ayudaré.—Leah siempre le hablaba tranquila y lentamente, vocalizando.

Grazie, Leah. Tú eres la ragazza más bella del mondo. Sei bella.—Valentino seguía soltando palabras en Italiano y tratando de controlar nuestro idioma.

—Te mostraré la cafetería.—Leah dijo luego de rodar los ojos e ignorar lo que supongo que eran halagos

Ellos se retiraron y me sorprendí al ver detrás suyo a Dylan y Leo. Este último no parecía muy feliz.

—¿Quién era ese?—Preguntó Dylan tranquilo a diferencia de su amigo.

—Valentino, es italiano. Leah le da el recorrido.—Di el pequeño resumen.

—Si es italiano ¿por qué no está en Italia? Los ingleses están en Inglaterra, los alemanes en Alemania, los franceses en Francia.—Dijo Leo, se notaba que no estaba de buen humor, su mandíbula estaba apretada—. Los italiano tendrían que estar en Italia, ¿por qué cambiar el orden natural?

Dylan rió.—Leo, antes que nada, te recuerdo que tus padres y toda tu familia son de Australia, segundo, es divertido verte celoso.

Leo frunció sus cejas y miró por donde habían desaparecido su novia y Valentino.

—Ese italiano me da mala espina...—Quedó en silencio unos segundos como si pensara en algo—, tengo que hacer una llamada, los veré luego en Lerall's.—Dijo por último antes de irse. Miré a Dylan confundida.

—¿Lerrall's?—Pregunté sin saber a qué se refería. Dyaln sonrió negando la cabeza y volteando los ojos.

—Leo irá a Yale y como me suponía, hará de las suyas. Nos pidió ayuda.

—¿Estudiará en Yale?—Suspiré. No había sido tan consiente de que el año que viene se terminarían los pasillos escolares por pasillos universitarios. Ni siquiera hablamos sobre el tema con Dylan, prefería no pensar en eso por ahora—. ¿Por qué necesitaría nuestras ayuda con una universidad? No es que yo tuviera diez en mi promedio.

—No es por eso. Al parecer, alguna clase de fraternidad o sociedad secreta lo "reclutó".—Sonreí ante el tono burlón y misterioso que empleaba Dyaln—. Pero para ser aceptado tiene que hacer algo antes.

—¿Qué cosa?

—Después nos dirá los detalles.—Dylan se encogió de hombros—. Oye, se rumorea que Grayson camina por los pasillos nuevamente, con un moretón en su ojo. Tendré que darle mis gracias al que lo hizo.—Dylan rió. Si tan solo supiese que fue Aiden.—Te extrañé.

—¿Me extrañaste? No nos vimos por media hora.

—¿Y?

Reí y lo besé, tiernamente. Tomé sus hombros y él mi cintura. Esto era el cielo y no lo cambiaría por nada.

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