—¿En serio tenemos que hacer esto?—Pregunté aunque ya sabía la respuesta.
—Sí.—Todos me respondieron al unísono, volteado sus cabezas. Asentí resignada.
Caminamos hasta la entrada del gran edificio. Si no calculaba mal, contaba de unos treinta pisos. Repletos de oficinas de trabajo, según nos contó Leo.
—Bien...—Leo frotó sus manos como una mosca—, el trofeo está en el quinto piso, tengo que conseguirlo antes de las 5:00.
—De acuerdo, andando.—Leah dijo y obedecimos. Entramos en el edificio.
La gente iba y venía, izquierda, derecha. Era un movimiento contante, todos tenían cosas que hacer.
—Tenemos que conseguir las tarjetas con acceso a los ascensores.—Añadió Leo—. Tenemos que pensar una excusa.
—Yo me encargo.—Dije segura, agarrando el brazo de Dylan, quien vestía con traje al igual que Leo para pasar desapercibidos—. Hola, Soy...soy Regina Phalange, este es Ken Addams. Tenemos que hablar con el señor Waldorf.—Pronuncié el nombre que nos había dado Leo.
La joven mujer detrás de la recepción nos observó un segundo (esperaba que no creyera que fuéramos demasiado jóvenes), para luego sonreír y buscar algo en su computadora.
—¿Regina Phalange y Ken Addams?—La recepcionista frunció sus cejas al mirar la computadora, negando con la cabeza—. Lo siento, no encuentro nada. El señor Waldorf no tiene ninguna cita con ustedes.
—¿Está llamándome mentirosa?—Dije en tono indignado, llevé mi mano a mi pecho para hacer más dramática la situación—. Por supuesto que no encontrará esos nombres, mi secretaria seguramente usó el apellido de mi socio, el señor Smith. Por favor, revísalo.
—Oh, claro.—La chica volvió a su computadora y luego nos observó sonriendo con sus mejillas rojas—. Lo siento mucho, señorita Phalange. El señor Waldorf los recibirá en quince minutos.—Con esto último nos dio una tarjeta electrónica, la tomé inmediatamente y nos fuimos de allí.
—¿Cómo sabías que alguien llamado Smith tendría una reunión con ese tipo?—Preguntó Dylan a mi lado.
—Los Smiths son como una plaga, están en todos lados, probé mi suerte.—Respondí triunfante.
Llegamos donde estaban Leo y Leah y les mostré la tarjeta con el logo de la empresa. Ellos sonrieron y nos dirigimos a los ascensores, permitiendo el acceso apoyando la tarjeta, y así subimos al quinto piso.
—¿Ustedes vienen por parte del señor Smith?—Nos preguntó una pelirroja al llegar a la puerta de la oficina.
—Sí.—Contesté. La mujer regordeta nos dejó pasar, también, nos avisó que el señor Waldorf vendría pronto a la reunión.
Teníamos poco tiempo.
—¿Estás seguro que es un trofeo?—Pregunté en voz baja a Leo.
Estábamos dentro de la oficina y cuando la pelirroja cerró la puerta fue cuando nos pusimos en acción.
—Sí, sé que es la oficina de Waldorf por qué Jonnathan Waldorf es su hijo y es él que me dio esta misión de iniciación. Tenemos que llevarle ese trofeo, con el cual su padre esta obsesionado, no me pregunten por qué.—Leo explicaba mientras revisábamos todo lo que podíamos.
—¡Chicos!—Leah gritó. Ella sujetaba un trofeo dorado, no era muy grande, tal vez de unos sesenta centímetros.
—Leah, ¿ya te dije que te amo?—Exclamó Leo y pude jurar que Leah se sonrojaba.
—Tenemos que irnos, ahora.—Apresuró Dylan, Leo tomó el trofeo ocultándolo debajo de su chaqueta.
***
—Cara mía.—Exclamó Leo para luego volver a repartir besos a Leah por todo su brazo. Esta rió ante el cortejo.
—Búsquense una habitación.—Se quejó Dylan desde el asiento trasero del auto.
Una vez que logramos hacer la misión exitosamente, abandonamos el edificio y ahora nos encontrábamos en la camioneta de Leo.
—¿Ahora serás parte de la sociedad secreta?—Dije burlona. Leo dejo de besar a Lea para contestarme.
—Sí, así es. Ese chico Jonnathan y sus amigos hacen las fiestas más geniales, por no hablar de otras locuras. Será genial.—Vi un brillo en los ojos de Leo, supuse que estaría muy feliz al encontrar gente exactamente igual que él.
—¿Chicas también?—Leah fingió molestarse.
—Mis ojos son solo para ti, preciosa.—Leo sonrió y Leah también—. ¿Si estás tú que más me faltaría? Tú eres mi amante, mi mejor amiga, mi compañera de crimen, la dueña de mi corazón, la patrona de mis pensamientos...—Dylan y yo nos miramos y nos reímos silenciosamente ante el Leo romántico y galán.
Observé a Dylan y caí en cuenta de que, tal vez, Leo no estaba diciendo delirios. Todo esas cosas, eran verdad. Dylan era mi mejor amigo, la persona en la que confiaba, la persona a la que quería a mi lado siempre, la persona por al cual la atracción era de otro planeta...
Ahí lo supe, estaba patéticamente enamorada de ese idiota.
Pero él no era ningún idiota y yo lo sabía. Estaba enamorada de Dylan Bradley y eso me encantaba tanto como me aterraba.
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Mi Error Favorito
Novela JuvenilCuando Dylan Bradley apostó que el nuevo estudiante Taylor, sería un chico, se llevará la sorpresa de que estaba equivocado. Charlotte Taylor Sheridan no es solo una chica nueva en el instituto privado, en el que su infame hermanastro asiste. Para...