Una vez
mi mejor amiga me confeso
que estaba enamorada;
pensé que se trataba
de otra aventura de una noche.
Tarde seis meses en comprender
que el amor de su vida
era el mismo hombre
que amanecía entre las sabanas
de su madre.
Que en cuanto ella se iba de casa,
él entraba para besar a su pequeña niña,
para hacerla ver las estrellas
con sus caricias.
Él,
que tenia una familia,
dos hijos,
veintitrés años mas que ella,
le juraba amor eterno,
la hacia creer en la magia,
mientras que poco a poco,
sin que ella pudiera evitarlo,
la estaba llevando
al infierno y de allí,
ella jamas iba a escapar.