Nuevo hogar

198 23 30
                                    

Parpadeé unas cuantas veces y afirmé con la cabeza, no muy convencida.

—Entiendo que tengas dudas.—El inspector me dio unas palmadas en el hombro y se levantó.

Le miré y también me levanté.

—Ahora ves a despedirte de todos tus amigos—miró al director—yo haré todo el papeleo de mientras.

Salí de aquel despacho y empecé a caminar. Intentaba entenderlo todo, pero era imposible asimilar algo así en tan poco tiempo. Por primera vez, me sentí mal por mis padres. Era la hija de un millonario muerto y una asesina-traficante. Entré en la habitación y me acerqué a mi armario.

—¿Qué haces?—Escuché justo al sentarme.

Me giré para ver a las chicas, todas sentadas en sus literas.

—Me voy a Londres—hablé mientras colocaba toda la ropa en la maleta—mi padre me da la oportunidad de tener una vida mejor.

Ana se acercó y habló.

—¿Y cuándo volverás?

—No volveré, me quedaré a vivir y a estudiar allí.

—Seguro que tus papis se cansarán de ti y te enviarán de vuelta en una semana.

Ignoré su comentario. Al acabar, levanté la maleta junto a las dos mochilas y me puse la chaqueta, más que nada porque no me cabía en ningún sitio. Al girarme, vi las caras de mis compañeras.

—Nos vemos en una semana—dijo Ana y todas sonrieron con suficiencia—si no te mueres de hambre antes, porque con lo poco que te enviaban, dudo que tengan pasta.

Me acerqué a Ana y sin ni siquiera pensarlo, estampé mi mano sobre su mejilla, provocando un sonido que me hizo retroceder. No me gustó que me sintiera tan bien. Pensaba que se abalanzaría sobre mí y me pegaría, pero lo único que hizo fue ponerse una mano donde acababa de recibir la bofetada y mirar a las demás chicas. Volví a coger mis cosas y abrí la puerta.

—Espero que os vaya bien en vuestro instituto privado—en el último momento me paré, para mirarlas a todas por última vez—karma, zorras.

Y entonces, al cruzar aquella puerta, me di cuenta de que toda mi vida cambiaría. Llegué hacia el despacho, para esperar al Inspector James. Cuando salió, me hizo una señal para que le siguiera. Me despedí del director y de cualquier persona que pasaba por ahí.

—¿Iremos al aeropuerto directamente?—hablé mientras le seguía.

El inspector cogió mi maleta junto a mis mochilas y las metió en el maletero de un coche completamente negro.

—Sí, aún que si quieres despedirte de alguien más, tenemos tiempo—me miró y sonrió—tu padre dijo que lo último que quería era que te sintieras obligada a abandonar este lugar.

Negué con la cabeza. Me hizo una señal para que subiera al coche y lo hice.

—Pero aún tengo que avisar a mi instituto de que ya no vendré más, o también a...

—Está todo arreglado.—Me interrumpió.

Arrancó y en unos minutos paró en un semáforo. Le miré y hablé:

—¿Conociste personalmente a mi padre?

—Por supuesto, me confió esta tarea a mí porque pensaba que yo era el más "convincente" de todos.

Le miré unos segundos y puse una mueca.

—Me da vergüenza preguntarlo—dije y me acomodé en el asiento—pero, ¿cuántos años tiene... tenía mi padre?

La HerenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora