Inspectores a mí

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Llevaba como diez minutos mirando mi taza. El té empezaba a enfriarse. No pude pegar ojo en toda la noche, ya que me estremecía cada vez que oía un ruido.

—¿Ya estás despierta?—Preguntó Elena, haciendo que me sobresaltara.—Perdón, no pretendía asustarte.

—Tranquila.—Suspiré y me levanté para dejar el té medio frío en la encimera.

—¿Te encuentras bien, cielo?—Habló mientras se acercaba a mí y me apartaba el pelo de la cara.

—Sólo estoy un poco cansada.

—¿Quieres quedarte en casa hoy? Te prepararé otro té, sube a tu habitación y descansa.

—No Elena, de verdad, estoy bien.—Sonreí.—Es sólo que tengo miedo por todo el tema de papá, mi cerebro se llena de preguntas y de diferentes ideas horribles.

Elena puso una mueca y yo hice lo mismo.

—Una amiga mía es psicóloga.—Habló delicadamente.—Quizás necesites con quién hablar.

Iba a negarme, pero no quería mentir, realmente sentía que necesitaba la ayuda de alguien.

—Quizás.

Elena no me dejó salir hasta que almorzara bien, así que me salté la primera hora que si no recordaba mal era biología. Acabé de prepararme para el instituto y salí de casa. Tenía ganas de llegar y ver a Kevin, quería pedirle perdón, decirle que sentía haberle metido en problemas, pero temía que no me volviera a hablar. Justo al llegar a la parte del garaje, vi un coche parecido al de Sean. A fuera había un hombre, de unos cuarenta años, esperándome.

—Señorita Owtson, soy Alfred, a partir de hoy seré su chofer y su guardaespaldas.

Solté un suspiro y supuse que Sean había renunciado a su cargo.

-Te llevaré a dónde tú quieras en cada momento y...

—Ahórrate el sermón, me voy con autobús.—Hablé interrumpiéndolo.

Escuché que me decía algo pero aceleré el paso hasta llegar a la acera de enfrente. Caminé unos pocos minutos hasta que finalmente llegué a la parada de autobús que había visto unas cuantas veces mientras salía de casa. El autobús no tardó mucho en llegar. El camino fue más largo, como era de esperar, pero era mejor que ir con alguien a quien ni siquiera conocía. Volví a pensar en Sean, en lo que le dije la noche anterior. Yo también habría renunciado si estuviese en su lugar. Recordé la manera en la que reaccionó delante de Marcos, ni siquiera me escuchaba y me trataba como si no le importase mi opinión. Me seguía vigilando a través del ordenador, leía mis mensajes,... Noté que mientras pensaba en todo eso, apretaba el teléfono con tanta fuerza que me empezaron a doler los nudillos.
Llegó mi parada y bajé, sin dejar de mirar a los lados. No habían muchos alumnos ya que los de mi curso aún seguían en clase. Subí a mi planta y entré, pero no había nadie. Supuse que era el descanso así que fui lo más de prisa que pude a la última planta, donde se encontraba el despacho de los chicos, antes de que los pasillos empezaran a llenarse de alumnos. Toqué a la puerta unas cuantas veces y no recibí ninguna respuesta. Decidí enviarle un mensaje a Kevin, cuando de repente recibí uno suyo antes.

"Vuelve a tocar 2 veces más, si eres tú."-Kevin.

Hice lo que dijo y me abrieron la puerta. Entré rápidamente y la cerraron.

—Nos has dado un gran susto.—Habló Paul.

Miré a Kevin y me acerqué a él para abrazarle.

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